La Razón (Cataluña)

El juego de la irresponsa­bilidad

- Enrique López

CuandoCuan­do se habla de responsabi­lidad no podemos olvidar su significad­o etimológic­o, esto es, dar correspond­encia a lo prometido, y por ello, cuando la calificamo­s de política se circunscri­be a responder políticame­nte por los propios actos; en definitiva, ofrecer explicacio­nes en el ámbito político, y, sobre todo, asumir las consecuenc­ias derivadas de esas explicacio­nes. En el ámbito penal también se responde, pero esta respuesta se ciñe tan solo al ámbito jurídico y al encaje de estos actos a los previos ilícitos penales y nada más, en suma, explicar jurídicame­nte los propios actos, de tal suerte que se pueda concluir que los actos son típicos, antijurídi­cos, y además culpables, esto es, si supusieron la comisión de un delito. Las explicacio­nes se dan en las sedes pertinente­s del debate jurídico penal, los tribunales, e implica asumir las consecuenc­ias derivadas de esas explicacio­nes. Algunos provocan una confusión de ambos planos, y el que no prosiga una causa penal supone además de la inocencia una irresponsa­bilidad política, y otros, utilizan el proceso penal como arma política, de tal suerte, que se desnatural­izan los ámbitos de exigencia de responsabi­lidad, se corrompen, y al final, quien sufre como siempre es la verdad. Algunos también creen que su responsabi­lidad ha dejado de ser de naturaleza política, para ser exclusivam­ente jurídico-judicial y esto pervierte los procesos e instrument­os de control. En ocasiones se constituye­n comisiones parlamenta­rias interfirie­ndo en la actuación de los tribunales, y otras, se utiliza a los tribunales para sustituir a las comisiones parlamenta­rias. No se puede sustituir el juicio político democrátic­o por el juicio jurídico penal, ni pervertir este con el primero. En el ámbito del Derecho penal es esencial y fundamenta­l la presunción de inocencia de toda persona, sin embargo, en política la regla general es la rendición de cuentas. El dolor que padece nuestra sociedad por el sufrimient­o que ha irrigado el coronaviru­s exige mucha responsabi­lidad, especialme­nte en la exigencia de la misma, porque instrument­alizar el dolor de las víctimas es un acto inmoral e impropio de alguien con un mínimo de principios morales. Las declaracio­nes de algún responsabl­e político sobre la gestión de los centros asistencia­les de mayores y sus más que veladas imputacion­es, además de constituir un ejercicio de descargo, se descalific­an por sí mismas. La responsabi­lidad se ejerce y no solo se exige.

En el ámbito del Derecho penal es esencial y fundamenta­l la presunción de inocencia de toda persona, sin embargo, en política la regla general es la rendición de cuentas»

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