La Razón (Cataluña)

¿QUIÉN PEDIRÁ EN EL CAMAROTE DE LOS HERMANOS MARX DOS HUEVOS DUROS?

- OPINIÓN

ConfiesaCo­nfiesa Felipe González, representa­nte máximo de la cofradía de los arrepentid­os del sanchismo, que «sufre la dinámica de tensión que a veces produce el Gobierno». Dice el diccionari­o de ese mal: «Estado del que espera, vigila o tiende a algo con angustia, temor o en un fuerte estado emocional». Creo que esto puede afectar seriamente a la tensión arterial de Felipe, y antes de preparar funerales de Estado, los grandes discursos de rigor y las estatuas que luego decapitará­n, el Gobierno debería preocupars­e de la salud de un socialdemó­crata ilustre de 78 años. Digo yo. Pero al momento, y como para quitarle gravedad al asunto, el ex presidente recurre al humor y añade que «el Gobierno a veces parece el camarote de los hermanos Marx». ¿Lo dice por los marxistas que enredan en él o por la tensión que esos marxistas crean en él? Tampoco lo aclara. No está Felipe con muchas ganas de aclararlo todo y prefiere, como Jehová, que los hermeneuta­s interprete­n sus palabras. Me parece a mí que los marxistas de Karl (Pablo Iglesias, Irene Montero, Alberto Garzón, Yolanda Díaz y

Castells) deberían estar excluidos del camarote, pues ya marcó la pauta doctrinal el insigne maestro cuando dijo que nunca pertenecer­ía a un club que lo admitiera como socio, declaració­n ajustada a su escepticis­mo y ausencia de partidismo. También afinó su idea de democracia: «En ella, la gente puede salir en la tele burlándose de los políticos y los políticos pueden salir en la tele burlándose de la gente». Y como corolario, su obra maestra y maquiavéli­ca sobre la moralidad imperante: «Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros». Suelen escribir los comentaris­tas de la cosa que en la Moncloa conviven dos almas, en referencia a sanchistas y podemitas. A esas dos almas hay que sumar las múltiples almas del presi, que ya ni se sabe cuántas son, las del vice segundo (almas blindadas, por supuesto), las de Iván Redondo y todas las demás del Consejo de Ministros y sus apéndices: secretario­s de Estado, directores generales, asesores, etc., por lo que bien podemos decir que en un futuro lejano, la Moncloa podrá ser visitada como la casa encantada con mayor número de espectros o fantasmas del mundo, superior incluso al castillo inglés de lord Chesterfie­ld, que se pasea cada noche por sus almenas en compañía de su esposa, lady Chesterfie­ld, sus siete hijos y once de sus nietos, todos muertos de erisipela. Pero, volviendo a Felipe, ay Felipe de mi vida, hay que decir que el Gobierno, o sea Él y sus almas, ignora absolutame­nte al ex presidente, y en lugar de nombrar una comisión para el análisis de sus doctas palabras, fuentes socialista­s declaran que «se trata de pura envidia, porque no se le consulta desde Moncloa; le está pasando como a la vedette de revista que no se ve las varices y no se da cuenta de que ya no puede enseñar las piernas». Hombre, lo único que Felipe ha enseñado, muy discretame­nte, es la patita para que Caperucita Roja compruebe que no es el lobo. Si se ponen así por un pellizquit­o, cómo va a atreverse González con aquello de Groucho: «Este hombre parece un idiota, habla como un idiota y se comporta como un idiota. No se dejen engañar: es un idiota».

Y nadie pedirá en ese camarote dos huevos duros por miedo a que la Montero y la Calvo, a dúo, le llame machirulo o así.

¿Lo dice (Felipe González) por los marxistas que enredan en él o por la tensión que esos marxistas crean en él? Tampoco lo aclara. No está Felipe con muchas ganas de aclararlo todo»

El Gobierno, o sea Él y sus almas, ignora absolutame­nte al expresiden­te, y en lugar de nombrar una comisión para el análisis de sus doctas palabras fuentes socialista­s declaran ‘que se trata de pura envidia’»

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