«No puedes controlar tus impulsos de anorexia sin tratamiento presencial»
El aislamiento derivado del confinamiento ha provocado serias dificultades a las personas con trastornos alimentarios
«Hemos triplicado el número de consultas respecto a las que recibimos habitualmente», señala Sara Bujalance, directora y psicóloga experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia, quien al respecto explica que «con el confinamiento, se han agravado los síntomas propios de los trastornos de conducta alimentaria».
«Al tener que estar en casa, los pacientes no han podido moverse ni hacer ejercicio cuando habitualmente suelen hacer mucha actividad física para no engordar, han tenido que comer siempre en familia, junto a otras personas, por lo que no han podido esconderse y se han visto obligados a vivir una exposición muy seguida a las comidas, sin tener opción de saltarse comidas o controlar su ingesta de alimentos, y todo ello ha hecho que aumentara su irritabilidad», comenta Bujalance para a continuación señalar que a ello «hay que sumar el estrés propio de la situación, del confinamiento».
Por su parte, Antoni Grau, director clínico de la Fundación ITA, especialista en este tipo de trastornos, apunta que «los TCA cursan también con aislamiento social. Quienes sufren estos trastornos tienen tendencia a aislarse, con lo que, si bien a ellos el confinamiento nos les ha generado malestar en este sentido, es cierto que ello puede haber provocado un retraso en su proceso de recuperación, puede haberlo frenado».
Todas estas circunstancias han complicado la convivencia con las personas que sufren Trastornos de la Conducta Alimentaria, quienes han visto incrementada su «ansiedad, su dificultad para manejar las emociones, así como el malestar con ellas mismas, su baja autoestima...» y esto, irremediablemente, «ha generado una mayor angustia en las familias y entorno de estas personas», que en muchas ocasiones se han visto sin herramientas para saber cómo gestionar la situación. «Para ellos, el confinamiento puede haber sido un infierno, una situación inmanejable», indica Bujalance, quien sin embargo apunta, paralelamente, esa convivencia ha permitido también «un aumento del número de casos detectados». Grau recuerda que «en lo que se refiere a la bulimia, por ejemplo, se puede llegar a tardar unos dos años en poder detectarla, pero ahora, con el confinamiento, en muchos casos no se han podido esconder los síntomas».
Más ingresos
Ante este panorama y dado que, excepto en el caso de los pacientes ingresados, ha sido necesario interrumpir de forma temporal el tratamiento presencial, los centros dedicados a la atención y seguimiento de las personas con TCA han tenido que habilitar herramientas y recursos telemáticos para poder dar continuidad a las terapias de forma virtual. En muchos casos, esta práctica se ha saldado con buenos resultados, especialmente entre aquellos pacientes que ya llevaban tiempo bajo tratamiento, pero es cierto que para aquellos que se encontraban en una fase más incipiente o estaban al borde de requerir el ingreso, la situación en ocasiones ha empeorado. «Ha aumentado el número de ingresos», asegura Bujalance, quien pone de relieve que «en algunos casos, se ha dado un paso atrás». Y es que como destaca la directora de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia, «es imposible recuperar el hábito alimentario sin soporte terapéutico especializado».
De hecho, Grau confirma que en su institución «se ha visto incrementado el número de ingresos de forma considerable. Durante el mes de mayo, han aumentado un 6% con respecto a febrero, fecha anterior a la emergencia sanitaria». Principalmente, detrás de este incremento estarían los casos de aquellos pacientes en tratamiento que llegaron al confinamiento «muy justitos, que podíamos aguantar en el hospital de día pero por muy poco». «A éstos, el estrés, la incertidumbre y las características propias del confinamiento les han llevado a empeorar y tener que ingresar», explica Grau, quien sin embargo asegura que «la mayoría de pacientes se han podido mantener», gracias, en gran medida, a los programas on line.
En este sentido, el director clínico de ITA, destaca que «si bien, cuando el 14 de marzo nos hicieron cerrar nuestras instalaciones, pensábamos que sería catastrófico para nuestros pacientes, hemos conseguido mantener a la mayoría». Y es que, en solo dos días, se pusieron en marcha una serie de recursos para poder mantener la actividad con la máxima normalidad posible.
La vía telemática
Por un lado, ha sido necesario gestionar «todo lo relacionado con la sintomatología de la COVID-19 en los centros de hospitalización». «Ha habido que habilitar salas de observación para posibles positivos y también para los nuevos ingresos y, en estos casos, los pacientes no han podido salir de sus habitaciones, de manera que no han podido hacer el tratamiento estándar, que contempla cuatro terapias en grupo diarias», explica Grau. Así pues, «ha sido necesario pasar a la modalidad on line, mediante la que hemos conectado pacientes de nuestros centros de hospitalización de Madrid, Valencia y Barcelona y el terapeuta».
por ciento han aumentado el número de ingresos en mayo «Es imposible recuperar el hábito alimentario sin soporte terapéutico especializado», aseguran
La atención a personas con TDA ha tenido que realizarse con herramientas telemáticas con menos control