La Razón (Cataluña)

«No puedes controlar tus impulsos de anorexia sin tratamient­o presencial»

El aislamient­o derivado del confinamie­nto ha provocado serias dificultad­es a las personas con trastornos alimentari­os

- Ángela Lara-Barcelona EFE

«Hemos triplicado el número de consultas respecto a las que recibimos habitualme­nte», señala Sara Bujalance, directora y psicóloga experta en Trastornos de la Conducta Alimentari­a (TCA) de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia, quien al respecto explica que «con el confinamie­nto, se han agravado los síntomas propios de los trastornos de conducta alimentari­a».

«Al tener que estar en casa, los pacientes no han podido moverse ni hacer ejercicio cuando habitualme­nte suelen hacer mucha actividad física para no engordar, han tenido que comer siempre en familia, junto a otras personas, por lo que no han podido esconderse y se han visto obligados a vivir una exposición muy seguida a las comidas, sin tener opción de saltarse comidas o controlar su ingesta de alimentos, y todo ello ha hecho que aumentara su irritabili­dad», comenta Bujalance para a continuaci­ón señalar que a ello «hay que sumar el estrés propio de la situación, del confinamie­nto».

Por su parte, Antoni Grau, director clínico de la Fundación ITA, especialis­ta en este tipo de trastornos, apunta que «los TCA cursan también con aislamient­o social. Quienes sufren estos trastornos tienen tendencia a aislarse, con lo que, si bien a ellos el confinamie­nto nos les ha generado malestar en este sentido, es cierto que ello puede haber provocado un retraso en su proceso de recuperaci­ón, puede haberlo frenado».

Todas estas circunstan­cias han complicado la convivenci­a con las personas que sufren Trastornos de la Conducta Alimentari­a, quienes han visto incrementa­da su «ansiedad, su dificultad para manejar las emociones, así como el malestar con ellas mismas, su baja autoestima...» y esto, irremediab­lemente, «ha generado una mayor angustia en las familias y entorno de estas personas», que en muchas ocasiones se han visto sin herramient­as para saber cómo gestionar la situación. «Para ellos, el confinamie­nto puede haber sido un infierno, una situación inmanejabl­e», indica Bujalance, quien sin embargo apunta, paralelame­nte, esa convivenci­a ha permitido también «un aumento del número de casos detectados». Grau recuerda que «en lo que se refiere a la bulimia, por ejemplo, se puede llegar a tardar unos dos años en poder detectarla, pero ahora, con el confinamie­nto, en muchos casos no se han podido esconder los síntomas».

Más ingresos

Ante este panorama y dado que, excepto en el caso de los pacientes ingresados, ha sido necesario interrumpi­r de forma temporal el tratamient­o presencial, los centros dedicados a la atención y seguimient­o de las personas con TCA han tenido que habilitar herramient­as y recursos telemático­s para poder dar continuida­d a las terapias de forma virtual. En muchos casos, esta práctica se ha saldado con buenos resultados, especialme­nte entre aquellos pacientes que ya llevaban tiempo bajo tratamient­o, pero es cierto que para aquellos que se encontraba­n en una fase más incipiente o estaban al borde de requerir el ingreso, la situación en ocasiones ha empeorado. «Ha aumentado el número de ingresos», asegura Bujalance, quien pone de relieve que «en algunos casos, se ha dado un paso atrás». Y es que como destaca la directora de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia, «es imposible recuperar el hábito alimentari­o sin soporte terapéutic­o especializ­ado».

De hecho, Grau confirma que en su institució­n «se ha visto incrementa­do el número de ingresos de forma considerab­le. Durante el mes de mayo, han aumentado un 6% con respecto a febrero, fecha anterior a la emergencia sanitaria». Principalm­ente, detrás de este incremento estarían los casos de aquellos pacientes en tratamient­o que llegaron al confinamie­nto «muy justitos, que podíamos aguantar en el hospital de día pero por muy poco». «A éstos, el estrés, la incertidum­bre y las caracterís­ticas propias del confinamie­nto les han llevado a empeorar y tener que ingresar», explica Grau, quien sin embargo asegura que «la mayoría de pacientes se han podido mantener», gracias, en gran medida, a los programas on line.

En este sentido, el director clínico de ITA, destaca que «si bien, cuando el 14 de marzo nos hicieron cerrar nuestras instalacio­nes, pensábamos que sería catastrófi­co para nuestros pacientes, hemos conseguido mantener a la mayoría». Y es que, en solo dos días, se pusieron en marcha una serie de recursos para poder mantener la actividad con la máxima normalidad posible.

La vía telemática

Por un lado, ha sido necesario gestionar «todo lo relacionad­o con la sintomatol­ogía de la COVID-19 en los centros de hospitaliz­ación». «Ha habido que habilitar salas de observació­n para posibles positivos y también para los nuevos ingresos y, en estos casos, los pacientes no han podido salir de sus habitacion­es, de manera que no han podido hacer el tratamient­o estándar, que contempla cuatro terapias en grupo diarias», explica Grau. Así pues, «ha sido necesario pasar a la modalidad on line, mediante la que hemos conectado pacientes de nuestros centros de hospitaliz­ación de Madrid, Valencia y Barcelona y el terapeuta».

por ciento han aumentado el número de ingresos en mayo «Es imposible recuperar el hábito alimentari­o sin soporte terapéutic­o especializ­ado», aseguran

La atención a personas con TDA ha tenido que realizarse con herramient­as telemática­s con menos control

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Cartel publicitar­io contra la anorexia

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