Los «delitos» del derbi
Ensayo general El derbi fue el campo de pruebas del protocolo anti COVID19. No todas las medidas recomendadas se respetaron: los futbolistas se abrazaron y los periodistas tuvieron que quitarse los guantes para poder escribir
ElEl Sevilla-Betis con el que la Liga volvió a comenzar era el ensayo general a las normas impuestas por el protocolo anti COVID-19 elaborado por el Consejo Superior de Deportes. Una serie de medidas para darle la máxima seguridad sanitaria posible a los protagonistas de los partidos y no tener que lamentar ningún tipo de rebrote. Era una nueva anormalidad a la que todos se tendrán que ir acostumbrando y el derbi sevillano demostró que hará falta tiempo para que se cumplan las medidas a rajatabla.
Algunas no es que se respetaran del todo en el Sánchez Pizjuán. La más evidente, la recomendación de que los futbolistas no se abracen después de anotar un tanto. Marcó Ocampos desde el punto de penalti y varios jugadores del Sevilla se abrazaron formando una piña que coronó Reguilón antes de caer al suelo. Ponerse por delante en un derbi es una alegría que no se puede contener, incluso ante la amenaza del coronavirus. Nada tuvo que ver esa celebración del primer gol postpandemia a la que se produjo en Alemania cuando Haaland reinauguró la Bundesliga. Allí, los futbolistas del Dortmund mantuvieron la distancia tras el tanto del noruego.
También se pudo ver a los dos técnicos, Lopetegui y Rubi, hablando cara a cara antes del pitido inicial. Muy cerca uno de otro y, por supuesto, sin mascarilla. Una situación que es preferible evitar, teniendo en cuenta además que pertenecen a clubes distintos y el contacto debe ser el menos posible para evitar contagios. Los dos técnicos apostaron por la naturalidad, pero el protocolo decía lo contrario.
Cuando los titulares sevillistas salieron a calentar, Monchi les esperaba al final de las escaleras que comunican los vestuarios con el césped y, aunque con guantes, dio la mano y palmeó el pecho de todos y cada uno de sus chicos, otra acción que bordeaba claramente la ilegalidad en cuanto al reglamento.
Todo era nuevo en el derbi y lo normal es que se produjeran algunas anomalías típicas cuando se traslada un protocolo teórico a la realidad. Los recogepelotas desinfectaban los balones cuando estos se iban a las gradas y se aplicó líquido higiénico a los ordenadores, cámaras y micrófonos de los periodistas acreditados. Se obligaba por escrito a usar guantes de látex durante toda la noche, pero esta medida se flexibilizó cuando los redactores confirmaron que les era imposible teclear sus crónicas con los guantes puestos.
Resultaba curioso también que el «speaker» se empleara a fondo en un estadio vacío, pero es parte de la nueva normalidad en la que algunas reglas no se respetan del todo.