La Razón (Cataluña)

María José Navarro

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LaLa revista «Time» publica esta semana un interesant­ísimo reportaje sobre los países del mundo que mejor han gestionado la crisis de la COVID-19 y sobre todo, lo que mejor respuesta inicial tuvieron. Les doy una noticia: no salimos. Ahora que el epicentro se ha traslado a las Américas, la publicació­n recorre el mundo para evaluar la gestión sanitaria de cada uno de los territorio­s, la respuesta política y la respuesta financiera. Se destaca la capacidad de reacción de Taiwán (cuyo primer ministro es epidemiólo­go), Singapur y Corea del Sur a pesar de ser estados en primera línea de China; las drásticas medidas de Nueva Zelanda (que puso en marcha un bloqueo que impedía interactua­r o tener contacto con alguien que no estuviera en tu casa) y Australia, con aumentos de prestacion­es por desempleo y el cuidado gratuito de los hijos; Canadá, que logró aprender de fracasos anteriores; Alemania, con un gobierno siempre transparen­te, que hizo pruebas generaliza­das y logró gran conciencia­ción social; Islandia (lo tiene fácil porque caben en dos autobuses) tuvo la tasa de pruebas por habitante más alta del mundo; Emiratos Árabes Unidos lo hizo como suele: toques de queda, prohibicio­nes y agresivas campañas de desinfecci­ón; Grecia ha sido otra sorpresa porque, a pesar de su situación económica invirtió en más camas UCI, en sanitarios e impuso un estricto bloqueo, aunque ahora les queda recuperar el turismo y eso tiene sus riesgos y complicaci­ones. En la lista de «Time» solo está incluido un país que habla español: Argentina. La terrible Argentina con gobierno peronista resulta que consiguió una cooperació­n política en figuras de distinto signo impecable a pesar de las críticas de los sectores conservado­res al confinamie­nto. Sin embargo, el deseo de priorizar la salud y la decisión de desviar recursos de los pagos de deuda para ayudar al pueblo a pesar del riesgo de colapso financiero, han dado sus frutos. Este último final no es feliz. Al que lo hace bien lo dejan en quiebra y al que lo hace mal le prestan dinero para que tape su fracaso. No hay Dios que lo entienda.

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