Despiden al ministro de Sanidad de Chile
Un país al borde del colapso sanitario Los muertos por covid-19 que el Gobierno informaba a la ciudadanía eran casi 2.000 menos que los que reporta a la OMS
Las cifras de muertos que ofrecía eran 2.000 menos que las reales.
La pandemia de coronavirus se sigue extendiendo con rapidez en América Latina tres meses después de que apareciesen los primeros casos. Chile vive los peores momentos de la epidemia y ya es el país con mayor número proporcional de casos en el continente mientras el ministro de Salud ha sido despedido y los militares patrullan en las calles para custodiar la estricta cuarentena.
Chile alcanzaba este sábado 167.335 contagiados y 3.001 muertos por covid-19, la cifra más alta de América Latina por millón de habitantes y el ritmo de expansión de la epidemia sigue acelerándose peligrosamente; teniendo en cuenta que a inicios del mes de junio se contabilizaban 100.000 casos. Las autoridades señalan que aún no se alcanza el pico de la pandemia y, al igual que en el resto del continente, hay pocas certezas de cuando comenzarán a remitir los contagios.
El Gobierno de Sebastián Piñera anunció este domingo un plan de 12.000 millones de dólares para enfrentar las consecuencias de la crisis sanitaria.
La pandemia se ha llevado por delante al ministro de Salud, Jaime Mañalich, despedido este sábado tras haber sido muy cuestionado en el manejo de la pandemia. Las críticas arreciaron desde hace días cuando aplicó un cambio de metodología para registrar los fallecidos por covid-19 mientras los contagios se disparaban. La nueva metodología de conteo impuesta por Mañalich no seguía las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y los cambios de criterio provocaron un baile de cifras que generó mucha confusión en la población.
Mañalich había apostado al inicio de la pandemia porque la inmunidad de los contagiados evitase una rápida expansión pero sus estimaciones «se han derrumbado como un castillo de naipes» y finalmente ha sido apartado del cargo por el presidente Sebastián Piñera, que ha colocado en su lugar a Óscar Enrique Paris, antiguo líder del Colegio Médico. «Usted asume hoy el liderazgo del Ministerio de Salud en tiempos muy difíciles y de mucha adversidad», le dijo Piñera en su toma de posesión. «Su primera misión será liderar la lucha contra el coronavirus». La designación de Paris, una figura reconocida y de consenso, fue aplaudida tanto por la oposición como por los gremios médicos, que habían acusado a su antecesor de gestionar la pandemia de manera unilateral, desoyendo cualquier recomendación.
Las cifras oficiales en Chile están en tela de juicio y la plataforma de investigación Ciper publicó este sábado que las muertes por coronavirus que el gobierno chileno reporta a la OMS son más elevadas que las que señala en sus informes diarios a la población.
El Ejército vuelve a la calle
La actual presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, con la que el nuevo ministro de Sanidad ha tenido algunos desencuentros sobre la gestión de la pandemia dijo que Paris «enfrenta el inmenso desafío de cambiar profundamente la estrategia sanitaria hacia una de colaboración, transparencia y con medidas concretas para cortar la cadena de transmisión» y ofreció la «total disposición» del organismo que preside para luchar contra el virus.
El sistema sanitario está al borde del colapso en el área metropolitana de la capital Santiago, la zona más afectada del país. La ocupación de camas de cuidados intensivos es del 89% a nivel nacional y del 96% en la capital, según el último informe del centro Espacio Público, dado a conocer este fin de semana, que pronostica «varias semanas más con miles de muertos» debido a «la laxitud observada en las cuarentenas y a la tasa de contagios que tenemos hoy».
El presidente Piñera decretó una cuarentena total en Santiago, en Valparaíso y en otras ciudades, de modo que la mitad de los 18 millones de chilenos están bajo confinamiento y sacó al ejército a las calles para hacer cumplir las medidas de encierro que muchos se están saltando.
Los militares controlan las carreteras y el transporte público mientras crece la preocupación por el protagonismo que están ganando últimamente. Tras la dictadura de Augusto Pinochet habían permanecido lejos de la vida civil, pero han sido convocados dos veces en pocos meses: en las protestas que se desataron el pasado mes de octubre y ahora en la crisis de la pandemia.