La Razón (Cataluña)

CIUDADANOS HUELE MINISTERIO

- TOMÁS GÓMEZ

PedroPedro Sánchez va a cumplir seis años al frente del PSOE y dos como presidente del Gobierno desde que ganó la moción de censura a Mariano Rajoy, ya no es un recién llegado ni a la política ni a la Moncloa.

Sin embargo, en su mandato hay más sombras y grises que luces. La actual legislatur­a ha venido marcada por la crisis de la Covid-19 y está plagada de controvers­ias en torno a la acción, a la inacción o los actos tardíos del Gobierno.

Sin embargo, hay algo que en lo que ha destacado el socialista. Ha conseguido normalizar lo que era fruta prohibida hasta su llegada. Pactó con independen­tistas cuando estos estaban ingresados en prisión o escapados de la justicia española para ser investido, formó un gobierno de coalición con el populismo caribeño e, incluso, ha pactado con Bildu algún gobierno autonómico, el último estado de alarma y, parece ser, que hasta la derogación de la reforma laboral.

Es más, va a conseguir meter en la misma cesta a Ciudadanos, ERC, Podemos y hasta al PNV, todos ellos enemigos irreconcil­iables. Los naranjas se han convertido en un esperpento sin orden ni dirección política. Nunca fue un partido solvente, a pesar de que a mucha gente se lo pareció, pero en los últimos seis meses ha destrozado el trabajo de sus 15 años de vida.

Con Inés Arrimadas fuera del tablero, las luces de neón del poder han nublado a su novel equipo negociador dirigido por Edmundo Bal. Una reunión en palacio y la promesa entre líneas de ser ministro son suficiente­s para balancears­e hacia el Partido Socialista.

Hay algún ejemplo de quien quería ser ministro con el PP, pero no le ha hecho ascos al PSOE. Esto debe ser inspirador para los naranjas en desbandada que se han convertido en el juguete roto de la política española.

Tragaron con Vox en Andalucia, pero estarían en el Consejo con Iglesias. Albert Rivera perdió la perspectiv­a y los naranjas se han hundido hasta poner el cartel de liquidació­n por cierre. Hoy se compra su género a precio de saldo. A medida que Pablo Iglesias se acomoda, más incómodas están sus bases, pero uno sabe cuándo deja el poder, nunca si lo va a recuperar, por eso no va a moverse del acuerdo.

Pedro Sánchez ya no tiene la imperiosa necesidad de gestionar bien la crisis económica o la desescalad­a porque no hay nadie enfrente. Pablo Casado no está, pero tampoco se le espera, no ha sido capaz de hacer un solo análisis político correcto desde que se le conoce y sigue haciéndolo­s mal porque lejos de crecer a costa de Ciudadanos, va a perder nutriendo a la extrema derecha. Hay dos formas de estar en el poder, transforma­ndo y reformando la realidad o aniquiland­o cualquier posible alternativ­a. Sánchez ha optado por la segunda y el saldo para España es negativo, pero de eso no es el único culpable, los de enfrente se lo han puesto fácil.

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