IKER JIMÉNEZ TIENE QUE SOCORRER A FERNANDO SIMÓN YA
DIARIO DE UN VIEJO SOLO QUE LE GRITA AL TELEVISOR
ParaPara explicar con la claridad que le caracteriza el desfase de datos y lo difícil que es contar muertos (Sanidad ha dejado la cifra de fallecidos congelada, a ver si así se están quietos y los cuentan bien de una vez) Fernando Simón, nuestro hombre del tiempo de la pandemia, puso un llamativo ejemplo: en la base de datos apareció un caso de coronavirus del 11 del 11 de 1111. Lo dijo tan tranquilo y añadió: «A veces se cometen errores». Mucho peor hubiera sido que apareciera un caso del 6 del 6 del 666, claro. De cualquier forma, convendría que Iker Jiménez viera qué tiene de paranormal el asunto, porque si el coronavirus ya estaba entre los humanos en el siglo XII es sin duda el gran candidato a la próxima edición de «Supervivientes». ¿Nació el coronavirus con la Segunda Cruzada? ¿Tienen los muertos por coronavirus de hace casi mil años poderes ocultos para manifestarse en los ordenadores manipulando algoritmos? La verdad es que el trabajo se le acumula a Iker Jiménez, pues me imagino que ahora mismo también estará estudiando lo que le dijo Benedicto XVI al ex ministro del Interior Fernández Díaz: «El diablo quiere destruir España». Unos papas han dicho que el infierno no existe y otros que sí, o sea, que con el negociado de Satán hay tanta confusión como con el uso de las mascarillas o la compra de material sanitario: ahora se sabe que la mitad del dinero para esas adquisiciones fue a parar a proveedores desconocidos, «para que vean—podrá decir pronto Illa—que nunca favorecimos a los conocidos, amigos o familiares». En el deseable caso de que el demonio fuera una metáfora, ¿a qué destructor se refería entonces Benedicto XVI? ¿Lleva coleta? ¿Su color es el amarillo y ultraja a los españoles como el enano que, montado en un 600, hace de tanque en la guerra de Gila disparando insultos para desmoralizar al enemigo? ¿Sale en la tele los fines de semana y nos cuenta la Divina Comedia por fases y no por círculos? Todo es muy confuso. La juez Rodríguez-Medel ha archivado el caso contra Franco Prado (qué conjunción de apellidos tan dolorosa para él, me imagino) y yo me barrunto alguna razón colateral. La Abogacía del Estado la acusó de investigar «sospechas huérfanas», y la verdad es que a mí eso de las sospechas huérfanas me inspiró mucha ternura. ¿Dónde van las pobres sospechas sin padre ni madre? ¿Quién es el canalla que las abandonó a su triste destino? ¿Existe un orfanato para las sospechas huérfanas? ¿Quién las adoptará? Muy hábilmente, la Abogacía del Estado ha roto el corazón de la juez recurriendo a un melodrama digno del peor culebrón colombiano o mexicano, y así, a base de lágrimas, ha logrado la duda razonable y el archivo. Más que
«Hay tanta confusión con el negociado de Satán como con el uso de las mascarillas o la compra de material sanitario»
confuso, lo de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, comunista hasta las raíces teñidas de su alegre y suelta cabellera, ha sido sorprendente. Ha dado las gracias a la banca—¡a la banca!—por anticipar el pago de los ERTES. Ha dicho: «Hemos podido anticipar los pagos gracias la banca». Y añadió: «Es de bien nacida ser agradecida». Es lo que yo digo: ojito, Yolanda, que se empieza así y se termina cenando en Horche con Ana Botín, algo que le puede erizar la coleta al vice segundo y líder amantísimo. Y no creo que a Irene le guste que otra le erice nada.