El guerrillero indomable murió domado
Ha muerto en Managua, dicen que a causa del coronavirus, algo que según el régimen sandinista no existe, Eden Atanacio Pastora Gómez, mejor conocido por su alias en la guerrilla de «Comandante Cero». Hijo exacto de su época y de su país, Nicaragua, tan exageradas, se alzó en armas contra el régimen de Somoza dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y llegó a la fama con la toma del Palacio Nacional, el 22 de agosto de 1978, donde hizo rehenes a los diputados y senadores títeres, a medio Gobierno y a varios centenares de destacados somozistas que asistían a la sesión conjunta del Parlamento. Éxito rotundo, pues el régimen cedió a las exigencias de liberar medio centenar de presos sandinistas, pagar medio millón de dólares y permitir las proclamas rebeldes por la televisión. Tocado Somoza, pero no hundido, la guerra, cruel, siguió más de un año y Pastora combatió en el peor de los frentes, el del sur, frente a la élite de la Guardia Nacional. Con el triunfo, llegó el desengañó. Él no había peleado para derrocar una dictadura negra y traer otra roja. Organizó una nueva guerrilla, esta vez contra los sandinistas, en el mismo frente sur. No tuvo mucho éxito, pues nunca se llevó demasiado bien con la CIA, y tras algún triunfo pasajero, como la toma de San Juan, el movimiento languideció. Las elecciones que ganó Violeta Chamorro en 1990 trajeron la paz y un paréntesis democrático. Hoy, gobierna otro régimen personalista, encarnado por Daniel Ortega, bajo el camuflaje de la izquierda socialista. Y, con su muerte, descubrimos que el «Comandante Cero», el león indomable, se había amansado. Hizo las paces con Ortega y le dieron un cargo público. Dragaba el río San Juan. Su campo de gloria.