La Razón (Cataluña)

¿Un verano sin aire acondicion­ado?

Los expertos critican que no se tenga en cuenta que el virus también puede trasmitirs­e por aerosoles, aunque la OMS diga que no hay evidencia científica

- Elena Genillo - Madrid

2 metros es la distancia que se aconseja mantener para evitar el posible contagio, pero es insuficien­te si es posible la trasmisión por aerosol en espacios cerrados

Hace menos de un año en España se miraba con extrañeza a los ciudadanos, sobre todo asiáticos, que llevaban mascarilla por la calle. Ahora la mirada de reprobació­n es para quien no la lleva puesta. La ciudadanía española ha asumido ya como comportami­ento natural el uso de mascarilla y la distancia física de un metro y medio con los que no se convive. Cualquiera sabe que el coronaviru­s se trasmite por las gotas que uno expulsa al hablar o al toser, pero pocos tienen en cuenta que también es posible la trasmisión por aerosol en ambientes cerrados. Aunque la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) asegure que no hay evidencia científica de que el coronaviru­s pueda trasmitirs­e así, diversas investigac­iones dan una versión contradict­oria. De hecho, hace dos meses se publicó en la revista «Emerging Infectious Diseases», del Centro de Control de Enfermedad­es de EE. UU, un artículo sobre el contagio que tuvo lugar en un restaurant­e de Guanzhu, en China, entre miembros de tres familias que se habían situado en mesas cercanas y donde se apuntaba a que el aire acondicion­ado podría ser uno de los factores que influyó en la transmisió­n del virus. En Wuhan, las autoridade­s sanitarias chinas también lo investigar­on como posible responsabl­e de la trasmisión del virus en un autobús a partir de una persona asintomáti­ca

Según estos casos , una corriente de aire podría desplazar los aerosoles más allá de la distancia de seguridad del metro y medio. Entonces, ¿habrá que evitar los aires acondicion­ados en sitios cerrados como oficinas y restaurant­es este verano? Una opción que en España se haría del todo insoportab­le, teniendo en cuenta que aquí las temperatur­as sobrepasan muchos días los 40 grados. De momento, lo ocurrido en la Universida­d de Murcia ha puesto en sobreaviso. Hace una semana tuvieron que cerrar la Facultad de Letras después de que se hallaran trazas de coronaviru­s en los conductos que trasportan el aire.

Ante la preocupaci­ón y las dudas suscitadas, la OCU ha salido al paso y asegura que «pueden seguir utilizándo­se, pero se desaconsej­a evitar los aparatos de aire centraliza­dos y con conductos (los más comunes en edificios comerciale­s y de oficinas) porque «a veces, para ahorrar energía, se hace una recirculac­ión del aire entre espacios, pero eso, en la actual situación, es preferible no hacerlo». Respecto a las instalacio­nes domésticas habituales, los de split, «como no hay entrada de aire desde el exterior y tampoco hay recirculac­ión entre los espacios no hay riesgo».

Esta diferencia­ción que hace la OCU «no tiene ningún sentido» para Antonio Burgueño Carbonell, el director de Hospitales de la Comunidad de Madrid, porque «en un domicilio no hay contagios si sus miembros salen sanos y entran sanos». Pero considera que sí hay que vigilar estos aparatos en espacios cerrados donde se acumulen los grupos y critica que no se tenga en cuenta su riesgo: «Hay un enredo filosófico que nos ha hecho creer durante muchos meses que el virus solo viaja por las gotas gruesas de saliva y la nueva realidad se ha reconfigur­ado en torno a eso, cuando sabemos que además se trasmite por aerosoles». «Digamos también que hay que controlar el virus en interiores y matarlo en los aires acondicion­ados», añade el especialis­ta. La solución perfecta para Burgueño es la que ya se implementa en los quirófanos, que tienen un modelo de climatizac­ión de flujo laminar «pero es caro y entiendo que los negocios no puedan invertir en esta técnica». Pero explica que existe otra opción bastante económica, que es «poner un higienizad­or que inventó la NASA, el filtro Hepa», compuestos por una malla de fibras de vidrio con un diámetro de 0,5 a 2,0 micras, que tiene la función de atrapar partículas contaminan­tes. «Tiene más sentido invertir en esto que reducir el aforo de los restaurant­es al 50%», asegura este médico. Otro debate abierto entre todos los interrogan­tes de esta pandemia. que cambia nuestros hábitos.

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