Premio a una vida
El jurado valoró su «excepcional trayectoria, en una carrera espléndida, de más de tres décadas en la élite»
LaLa victoria en la edición 2020 del Dakar lo precipitó todo. Ganar la carrera más dura del mundo con 57 años es algo que sólo está al alcance de unos pocos elegidos. Desde entonces, su candidatura al Premio Princesa de Asturias volvió a activarse. No sólo por el Dakar, sino por su ejemplar trayectoria en el Mundial de Rallyes y su enorme capacidad para mantenerse entre los mejores durante tanto tiempo. Sí, volvió a activarse porque no era la primera vez que el madrileño optaba al galardón.
Carlos Sainz llegó al mundo de los rallyes después de ser campeón de España de squash en 1979. Poco o nada tiene que ver con el automovilismo, pero ofrece una muestra del nivel de competitividad que tiene Sainz en todo lo que hace. Se subió en un Seat Panda con un amigo de la familia, Juanjo Lacalle, y desde entonces ambos son inseparables. Lacalle se «bajó» del coche para hacer de «manager» y ese puesto lo ocuparon Carmelo Ezpeleta (actual promotor de MotoGP), Antonio Boto, el popular Luis Moya (con el que logró sus dos títulos mundiales), Marc Martí y Lucas Cruz (con el que venció en el Dakar). Sainz logró un volante oficial en el equipo Toyota después de jugarse, literalmente, el tipo en el Rally de San Remo de 1988 a los mandos de un Ford Sierra con propulsión trasera, algo que estaba en cierta desventaja con los Lancia oficiales. Aquellas dos primeras etapas que la niebla convirtió en algo «dantesco» le sirvieron para fichar por Toyota.
Sainz era puro talento, pero en aquella época los pilotos españoles tenían un serio problema. El asfalto era la especialidad, pero no otras como la tierra, la nieve, el hielo o la combinación de ambas como ocurre en algunas pruebas. Sainz se puso a trabajar de forma incansable y poco a poco fue aprendiendo los secretos de la conducción en toda clase de superficies. Era y es conocido en el automovilismo por su tremenda búsqueda de la perfección, su carácter meticuloso, su incansable capacidad de trabajo... algo que creó escuela y que ha transmitido fielmente a su hijo, flamante de fichaje de Ferrari para la próxima temporada en la Fórmula Uno. Conquistó dos títulos y, al igual que Alonso, podría haber sumado alguno más. Durante mucho tiempo, de forma injusta, debió aguantar el «sanbenito» de la mala suerte. Todos los equipos por los que ha pasado (Renault, Toyota, Ford, Subaru, Citroën, Volkswagen...) guardan un excelente recuerdo de Sainz, sus victorias y el trabajo realizado. El propio Fernando Alonso se considera un fan del madrileño por su forma de conducir y afrontar los retos.
«En primer lugar, decir que es para mí un orgullo y una satisfacción recibir el premio Princesa de Asturias para los Deportes y entrar a formar parte de esa lista tan especial de premiados que existe hasta ahora. Es justo agradecer a todos los aficionados que durante todos los años de esta carrera tan larga han estado apoyándome y quiero hacerles partícipes de este premio que tanta ilusión me hace. Muchas gracias de corazón», dijo el Premio Princesa de Asturias.
Es justo agradecer a todos los aficionados que durante todos los años de esta carrera tan larga han estado apoyándome»
Carlos Sainz Premio Princesa de Asturias