Esta es una misión para el Ministerio del Tiempo
Suerte tienen los norteamericanos de no tener una Siberia. Si no, los vientos que corren –huracanados–de revisionismo histórico, habrían dado con más de uno en ese retiro gélido... en vida. Pero en fin, con buena parte de la clase política poniéndose de perfil, y dejando hacer – destruir–, los radicales han puesto su mirada en aquellos que no se pueden mover. Las estatuas. Ya que no podemos cambiar la historia, nos quitamos a sus protagonistas de delante de los ojos. Si no los vemos, no pasó. De Fray Junípero Serra en California a Juan de Oñate en Nuevo México. Todas las esculturas y estatuas son susceptibles de ser derribadas. Y también el premio gordo: Cristóbal Colón, que en qué momento se le ocurrió hacer lo que hizo: descubrir un continente. Juan Ponce de León, el primer español que pisó la Florida, en lo que hoy es Estados Unidos, en 1513, ya sabe el futuro de sus bronces. Unos vaivenes de la historia, acunados por la ideología más radical, que requerían de una intervención/alteración en el pasado... reciente. En la educación que recibieron los asaltaestatuas. Les falta lustre, algo que sí tienen los monumentos que quieren derribar.