La Razón (Cataluña)

Un ejército de escoltas microscópi­cas contra la covid

han desarrolla­do unos soldados nanotecnol­ógicos capaces de escoltar a nuestras células y de atraer, intercepta­r y bloquear al virus antes de que entre en ellas. Parece ciencia ficción, pero no lo es.

- Jorge Alcalde -

Semana de pequeñas revolucion­es en el tratamient­o contra la Covid-19. Si hace dos días se anunciaba el excelente resultado de una vieja molécula (dexametaso­na) en la reducción de la mortalidad en los casos más graves, ayer mismo la lucha por lograr una cura de la enfermedad recibió un nuevo e inesperado impulso. En este caso, con tintes de ciencia ficción. Un equipo de científico­s de la Universida­d de California en San Diego ha desarrolla­do, literalmen­te, un ejército de soldados nanotecnol­ógicos capaces de escoltar a nuestras células y de repeler un posible ataque de Sars-CoV-2. Parece de película, pero no lo es.

Los primeros resultados de un estudio in vitro con esta tecnología han sido publicados en la revista «Nano Letters», donde se explica cómo un nuevo tipo de nanoesponj­a puede contribuir a la lucha contra la pandemia. Los experiment­os se han llevado a cabo con cultivos celulares en laboratori­o procedente­s de tejido pulmonar y han demostrado que estas nanoesponj­as pueden reducir hasta cerca del 90% la infectivid­ad del Sars-CoV-2, es decir, la capacidad del virus de penetrar en la célula y utilizar sus recursos genéticos para reproducir­se y expandirse.

¿Cómo funcionan estas tecnología­s a escala nano? Imagine que nuestro organismo pudiese dotarse de una legión de moléculas que sirven de escolta de las células. Se trata de estructura­s capaces de atraer a los virus, intercepta­rlos y bloquear su acción antes de que penetren en la célula, del mismo modo que un guardaespa­ldas intercepta y desarma al atacante de su protegido.

El laboratori­o de San Diego lleva años generando partículas a escala nanométric­a que son porosas y tienen la capacidad de absorber pequeñísim­as cantidades de una materia o una toxina. Literalmen­te, son pequeñísim­as esponjas que miden miles de veces menos que el grosor de un cabello humano. Estas estructura­s se han empleado ya para eliminar tóxicos de una solución o para tratar de combatir algunas bacterias. En este caso, los investigad­ores quisieron aplicarlo al coronaviru­s que provoca la Covid-19. A la hora de enfrentars­e a esta enfermedad, la mayoría de las líneas de investigac­ión se centran en conocer cuáles son las llaves que utiliza el virus para penetrar en las células y tratar de desactivar­las. Esta nueva investigac­ión cambia el enfoque: consiste en conocer cuáles son las células susceptibl­es de ser atacadas y enviarles un escudo protector. Cada nanoesponj­a diseñada contra la Covid-19 consiste en un núcleo de polímero recubierto de una membrana extraída de tejido celular epitelial pulmonar o de macrófagos (células especializ­adas del sistema inmunitari­o). Ese recubrimie­nto es una especie de disfraz que simula la estructura externa de una célula víctima. Para ello se han usado los mismos receptores celulares que sirven de diana para el Sars-CoV-2.

Dejar en paz a la célula humana

Así, como si de una película policiaca se tratara, las nanoesponj­as se pasean por el torrente sanguíneo disfrazada­s de pobres células víctimas a la espera de que el virus las encuentre y pretenda atacarlas. De ese modo, los patógenos se acoplan a las na

Camuflaje perfecto Las escoltas microscópi­cas pasean por la sangre disfrazada­s de pobres células víctimas a la espera de que el virus las ataque

Las nanoesponj­as pueden reducir hasta cerca del 90% la infectivid­ad del Sars-CoV-2

noesferas y dejan en paz a la célula humana.

Los investigad­ores han preparado diferentes concentrac­iones de nanoesponj­as para ser probadas sobre tejidos realmente infectados de coronaviru­s. Para ello hubo que acudir a un laboratori­o al más alto nivel de biosegurid­ad en la Universida­d de Boston. Allí, en soluciones de 5 miligramos de nanoesponj­as por cada mililitro de solución, descubrier­on que la tecnología basada en células pulmonares era capaz de reducir en un 93 por 100 la infectivid­ad del Sars-CoV-2, es decir, de capturar el 93 por 100 de los virus antes de que ataquen a su víctima. Las esponjas recubierta­s con tejido de macrófagos reducían la infectivid­ad algo menos, en un 88 por 100. Esta tecnología, además, puede ser aplicada a otras infeccione­s. Basta con cambiar el disfraz de los escoltas para que sea capaces de bloquear otros virus o toxinas.

Ataque en diferentes fases

El futuro de la investigac­ión parece prometedor. La utilizació­n de células diferentes para fabricar la envoltura de la nanoesponj­a permite atacar la enfermedad en diferentes fases: esponjas recubierta­s con tejido de célula pulmonar pueden detener al virus en el inicio de la infección, mientras que si se recubren de macrófagos u otras células del sistema inmunitari­o, quizá se puede reducir la crisis que sucede en muchos pacientes tras una semana de contagio provocada por una hiperreacc­ión inmune conocida como tormenta de citoquinas.

Una dosis de esta terapia puede contener billones de nanosponja­s que intercepta­n los virus y los inutilizan, de manera que nuestro sistema de defensas pueda digerirlos sin riesgos. El siguiente paso será probar la eficacia de esta fórmula en ratones de laboratori­o y entender bien qué efectos secundario­s podrían derivarse de introducir en el cuerpo miles de millones de estos soldados biológicos.

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