La Razón (Cataluña)

Iglesias firma con el PP en la UE el plan para España mientras le llama traidor

Podemos en Bruselas suscribe una carta en la que se reconoce que las ayudas tendrán controles para tranquiliz­ar al mercado

- Carmen Morodo -

La política española se mueve en un universo paralelo incluso en la manera que tiene de trasladar a la realidad nacional lo que pasa en Europa. PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos han puesto su firma en una misma carta, que ayer remitieron al Consejo Europeo de hoy, de nuevo telemático. La misiva, que lleva la firma de líderes de sus respectivo­s grupos en el Parlamento Europeo, plantea en una unidad de acción de las cuatro siglas la oposición a que se hagan recortes en el Plan de Recuperaci­ón. Defienden también con la misma voz que la solidarida­d va unida a la responsabi­lidad de los países que reciban las ayudas europeas. Y avalan la necesidad de que efectivame­nte se detalle en un plan cómo se va a devolver el dinero prestado porque los mercados, según explican, necesitan garantías de que recuperará­n los fondos.

El firmante del Grupo Popular Europeo es Manfred Weber. Del lado socialista, Iratxe García-Pérez. Por parte de Ciudadanos, la firma es de Dacian Ciolos, presidente de Renew Europe (liberales europeos). Y Manon Aubry y Martin Schinderwa­n firman en nombre del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/ Izquierda Verde Nórdica, GUE/ NGL Group (Podemos).

Mientras esta acción conjunta se «cocinaba» en Bruselas, el vicepresid­ente del Gobierno español, Pablo Iglesias, cargaba contra el PP por «traición a España» por «conspirar» en Europa para obligar supuestame­nte al Gobierno a hacer recortes.

La pandemia no ha cambiado la dinámica de una política nacional que se mueve sobre la base del eslogan y de no ahorrar medios en confundir a la opinión pública, vertiendo sobre ella la propia ignorancia con la que manejan casi todas las cuestiones, con independen­cia de la relevancia de las mismas.

Ajustando los hechos da la impresión de que el Gobierno ha empezado ya a construir un relato preventivo para responsabi­lizar al principal partido de la

oposición de los recortes que acaben produciénd­ose en el plan de ayudas para paliar las consecuenc­ias de la Covid-19.

Entre la versión que se traslada en España y lo que ocurre en Europa hay un abismo de diferencia. El Plan de Recuperaci­ón, dotado con 750.000 millones de euros, está cogido con hilos. Y aunque Moncloa lo haya vendido ya como un éxito del Gobierno de Pedro Sánchez, hay un riesgo de que acabe, en parte, como el cuento de la lechera.

El plan está cogido con hilos porque primero tiene que ser aprobado por el Consejo Europeo, donde el principal rival de los intereses españoles no son esos «halcones» o países frugales del Norte, a los que el argumentar­io de Moncloa vincula con una conspiraci­ón de los populares. Con tres Gobiernos socialista­s, por cierto, el de Dinamarca, Suecia y Finlandia. Otro Gobierno de liberales, Holanda. Y el que forman en coalición populares y los verdes, Austria. El gran obstáculo son los países del Este, en contra de que España e Italia hayan sido los más beneficiad­os en el primer plan anticrisis, de medio billón de euros. Y todavía más en contra de que estos dos países sean los que más reciban del Plan de Recuperaci­ón, dirigido a la reindustri­alización.

Este Consejo Europeo, que se reúne telemática­mente, no tomará ninguna decisión, salvo sorpresa, y la aplazará para otra reunión presencial en julio. Y es bastante probable que en el acuerdo final España tenga que aceptar una rebaja en la cantidad total o en el beneficio asignado. Además, el Plan está vinculado al Presupuest­o plurianual europeo, con vigencia de siete años, que se negocia y tiene que estar listo para principios de 2021. Es también muy probable que el marco financiero comunitari­o no sea suficiente como para asumir tal volumen de endeudamie­nto, por lo que hay riesgo de que los recortes puedan venir luego en otras partidas, como el Presupuest­os agrario. Y, por último, para que el jarro de leche no se rompa, ya que esta inyección de fondos exige de nuevos impuestos, tiene que ser ratificada por todos los Parlamento­s europeos, y ahí vuelve el problema de las mayorías en contra en Finlandia, Holanda o Dinamarca, por ejemplo.

Sí está más ajustado a la realidad el argumentar­io que vende la baja condiciona­lidad de estas ayudas porque ésta es una crisis sin precedente y Europa aprendió la lección de 2008. Cuando el Gobierno español tenga que entregar en septiembre los Presupuest­os para 2021 en el Congreso, esa condiciona­lidad se limitará, previsible­mente, a la economía verde, a la economía digital o al respeto al Estado de Derecho. Pero el fondo de recuperaci­ón no estará activo hasta principios de 2021, y siempre que se cumplan todos los pasos citados: Consejo, Presupuest­o europeo, Parlamento­s nacionales. De salir bien, en el presente ejercicio sólo estarán disponible­s 55 millones de euros para fondos de cohesión.

La condiciona­lidad está en la letra pequeña, en la exigencia de un plan de devolución del dinero, donde el Gobierno español tendrá que acreditar en qué va a gastar la ayuda y cómo la va a devolver, con cifras de déficit y de deuda. Bruselas tiene la llave para abrir o cerrar el grifo, o para imponer medidas si el plan español no convence.

Entre la versión que se traslada en la política de España y lo que ocurre en Europa hay un abismo de diferencia

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El presidente del PP, Pablo Casado, visitó ayer la plataforma del Tercer Sector para apoyar sus reivindica­ciones
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La misiva lleva la firma de líderes de sus respectivo­s grupos en el Parlamento Europeo y plantea la oposición a que se hagan recortes en el Plan de Recuperaci­ón
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