POESÍA Y TODO LO DEMÁS
Si hay que otorgar un reconocimiento a la poesía contemporánea, lo primero es concedérselo a Anne Carson, y luego ya veremos. Y es lo que ha hecho el Premio Princesa de Asturias de las Letras, cuya edición de 2020 ha recaído en la poeta, ensayista y traductora canadiense. Carson está considerada como la máxima exponente de la poesía actual en lengua inglesa. Cada uno de sus textos es un territorio indefinible, sin límites estables, en el que su temprana pasión por Safo, su conocimiento desbordante de las culturas griega y romana, la admiración por escritoras como Emily Brontë y Virginia Wolf, y una miríada irreproducible de su obra es «Nox» (2010). Confeccionado tras la muerte de su hermano, «Nox» no es un libro, sino un artefacto con forma de caja, en el que el análisis etimológico, breves ensayos y comentarios y notas autobiográficas conviven con fotografías, trozos de postales y otros textos manuscritos. ¿Dónde está lo poético aquí? En primer lugar, en el montaje, en el ejercicio mismo de reunir lo heterogéneo para construir un «collage», un cuerpo frankensteiniano en el que ninguna forma de expresión se basta a sí misma. Solo hay diálogos, cruces, contaminaciones, solapamientos. Pero lo poético también se percibe en la forma de un ligero exceso del lenguaje que desborda lo que sería un comentario académico habitual sobre Herodoto o cualquier otro autor clásico. Ese pequeño exceso es lo que lo desencadena todo. La poesía de Carson tiene la extraña y fascinante peculiaridad de construir un viaje alrededor de mil experiencias con solo un puñado de versos. En «Tres» – uno de sus poemas más célebres y compilados–, la autora describe una escena de interior presidida por «tres mujeres silenciosas en la mesa de/ la cocina». Conforme el texto avanza, las imágenes se acortan y saltan de un lugar a otro, de una realidad a otra, con un frío vértigo. De un punto a sus antípodas median pocas palabras: la relación causa-efecto está descosida y lo que hace el lector es alejarse en múltiples direcciones. En Carson nada se enfatiza: lo extraordinario sucede sin comillas ni paréntesis, con la medida exacta de un reposo literario al alcance de muy pocos.
pintores, músicos, escritores y cineastas conforman una realidad tan estratificada como inagotable. De hecho, si hay algo por lo que la poesía de Carson perturba desde un principio al lector es porque, en ella, la cultura ha sustituido a la naturaleza. Las referencias y citas de otros autores no buscan macerar sus creaciones en una suerte de cultismo, sino poner de manifiesto que todo lo que somos es lenguaje, que hasta el erotismo, el placer carnal está mediado por la cultura. Nuestra piel tiene una memoria de siglos, los paisajes están pintados, en lo cotidiano interfieren miles de constelaciones de imágenes. Somos cultura. Y en eso nos convierte en abismo. Un formidable ejemplo de lo que es y significa