Espías sin consistencia

Dirección y guión: Olivier Assayas. Intérpretes: Edgar Ramírez, Penelope Cruz, Wagner Moura, Ana de Armas. Francia-Brasil-España-Bélgica, 2019 Duración: 123min.

Cuba, exiliados, espías, agentes dobles, etcétera. Sobre el papel, parecía que Olivier Assayas había regresado a los tiempos de «Carlos», el eléctrico «biopic» sobre el terrorista venezolano que lideró el asalto a la central de la OPEP en los setenta. En la práctica, la concentrada historia de unos cuantos desertores del régimen cubano que, en los noventa, se convierten en infiltrados en organizaciones anticastristas en Estados Unidos, es prácticamente la némesis de «Carlos». Como siempre, los personajes de Assayas sienten la necesidad de estar en otro sitio, de ponerse otra piel que no es la suya, pero aquí hay algo que los retiene, una miopatía que les adelgaza el músculo a medida que la trama se alambica y pasamos a otra cosa. Esta impaciencia tan assayasiana no consigue dinamizar una película apelmazada por los tópicos, por la incertidumbre ideológica, por no saber manejar el conflicto entre lo íntimo y lo político, que parece ser su máxima preocupación (ese es el papel que cumplen Penélope Cruz y Ana de Armas como mujeres que esperan, un poco como las amas de casa del western clásico). Nunca Assayas había estado tan cerca de hacer un cine-fantasma, despersonalizado, corporativo. En todo caso, el modelo que parece imitar es el de «Loving Pablo», y no precisamente para deconstruirlo.