Esto no es Disneylandia
Dirección: Samuel Kishi. Guión: S. Kishi, . Briones y S. Gómez-Córdova. Intérpretes: Martha Reyes Arias, Maximiliano Nájar, Leonardo Nájar. México-EE. UU., 2019 Duración: 95 min.
Es curioso que, en esta historia autobiográfica de inmigrantes en tierra hostil, Samuel Kishi no ponga el acento en el paso de la frontera entre México y Estados Unidos, que aquí se produce sin dramatismo. Tal vez es el aviso de que cuando recalen en el cochambroso apartamento de Alburquerque, los niños de «Los lobos» no vivirán grandes tragedias. El filme podría definirse como la versión «low fi» de «The Florida Project» (esa visita a Disneylandia como promesa incumplida del sueño americano; esa casera protectora, algo así como la versión oriental del personaje que allí interpretaba Dafoe) sino fuera porque el postneorrealismo de Sean Baker era todo color y movimiento, movimiento, y Kishi opta por un realismo seco y áspero. No hay sobresaltos dramáticos, porque las catarsis –el dinero robado, materia prima con la que Loach nos habría desgarrado las vestiduras– están integradas en un tono cotidiano, triste, que nos enseña cómo es la vida de una mexicana en América, que para subsistir ha de hacer doble turno en una fábrica y dejar a sus hijos encerrados con un solo juguete. Feliz idea de guión esa grabadora que sirve como mediadora familiar entre supervivientes, que escupe normas para entender una cárcel que suplanta los deseos de libertad con que uno escapa de su país, otra cárcel, se supone que peor.