El PDeCAT se planta ante la Crida per la República y rechaza disolverse
Se reactivan las negociaciones El espacio político heredero de Convergència retoma las conversaciones para encontrar una fórmula de encaje entre las dos formaciones
Las elecciones asoman
Las prisas para alcanzar un acuerdo por los comicios pueden condicionar.
La crisis del coronavirus ha difuminado el «procés», y ha entregado prácticamente todo el protagonismo a las urgencias surgidas en el ámbito económico y social en Cataluña. Este cambio de eje en el escenario político también tiene sus repercusiones directas sobre la reordenación del espacio heredero de Convergència, que parecía encarada justo antes de la pandemia. El PDeCat y la Crida per la República, organización liderada por Jordi Sánchez e ideada por Carles Puigdemont, retoman las negociaciones de manera discreta, aunque el acuerdo parece más lejano que hace unos meses y la sombra de ruptura vuelve a estar presente. El PDeCat, por el momento, rechaza disolverse tal y como plantea la Crida.
Las circunstancias surgidas tras la crisis del coronavirus favorecen al PDeCat, que hasta ahora estaba más atenazado por las presiones de la Crida. El nuevo contexto ha reordenado las prioridades y ha conducido al partido heredero de Convergència a poner en valor su experiencia en la gestión y a reivindicar sus señas de identidad, desdibujadas desdibujadas durante los últimos años a raíz del proceso independentista. La Crida, un espacio diseñado con el objetivo de aunar a todas las fuerzas independentistas y con la ruptura con España como único horizonte, se ha convertido en una amalgama de sensibilidades con dirigentes provenientes de la derecha y de la izquierda que dan pie a una ambigüedad ideológica que ahora podría tener menor encaje en un momento en que el «procés» pasa a segundo plano.
De ahí que el PDeCat rechace con vehemencia la posibilidad de disolverse y las dudas se multipliquen multipliquen en las negociaciones con la Crida. El partido heredero de Convergència quiere conservar sus siglas y su ideario y ahora dispone de un marco propicio para propulsarse, bien por el flanco ideológico o bien proyectándose como un partido de garantías en la gestión. En las filas del PDeCat reivindican el legado político de Jordi Pujol y también destacan el músculo territorial –14.000 asociados– y la gestión tanto en el ámbito municipal –es el partido con más alcaldías en Cataluña– como en la Generalitat.
Las conversaciones entre el PDeCat y la Crida están centradas ahora en el encaje de ambas formaciones: si se integran bajo el paraguas de la Crida y el PDeCat se disuelve o sellan alguna fórmula permanente de entendimiento –coalición o federación-. El «quién» no ha entrado aún en las negociaciones, aunque empiezan a aparecer nombres. Nadie cuestiona, eso sí, el liderazgo indiscutible de Puigdemont en este espacio político. En las quinielas, cuatro nombres sobresalen por encima del resto en el PDeCat: el conseller de Territorio, Damià Calvet; la consellera de Empresa, Àngels Chacón; el conseller de Interior, Miquel Buch; y el conseller de Políticas Digitales, Jordi Puigneró.
En este sentido, ante la probabilidad de que Puigdemont no se presente como candidato a las elecciones –pese a que sí podría ir en las listas electorales– para conservar su escaño como eurodiputado, Calvet y Chacón, junto a Puigneró, han entrado en la nómina de aspirantes a ser cabeza de cartel. Los tres dirigentes políticos son figuras que pueden proyectar solidez y capacidad en la gestión.
Además, durante los últimos días también suena con más fuerza un independiente como Joan Canadell, presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, que en las últimas horas ha alimentado todas las especulacionessobre su candidatura al abrirse a entrar en la política.