La biblioteca de los libros recordados
El escritor trabó su leyenda literaria por el ciclo comprendido en «Cementerio de los libros olvidados», un cuarteto de novelas que batieron récords
UnUn escritor es su biblioteca, la que deja a los lectores. Y Carlos Ruiz Zafón posee una que han leído millones. Llegó a las letras con discreción, después de varios libros que le dieron empuje pero que no le catapultaron definitivamente. Venía de varios títulos que formaban una sola unidad que denominó «La trilogía de la niebla», compuesta por «El príncipe de la niebla» (1993), «El palacio de la medianoche» (1994) y «Las luces de septiembre» (1995), que lo fueron apuntalando como autor a lo largo de la década de los noventa. Unas obras que iban levantando el tejido de su prosa y afianzando la confianza de un hombre que sentía una extraña vocación por gustos tan dispares como la composición musical (adoraba el piano), los dragones (algo de lo que daban testimonio sus camisas), Orson Welles (un héroe del cine para alguien que amaba el papel) y que había declarado su particular la guerra a la pendatería, uno de los vicios comunes de la humanidad. Antes de entrar en 2000, publicaba «Marina», novela que pasó desapercibida, pero donde comenzaban a despuntar los motivos que después aparecerían en «La sombra del viento». En «Marina» ya estaban los principales elementos de la obra del novelista, que fraguarían y ya tomarían una dimensión mayor en «La sombra del viento».
El descubrimiento
El primer gran éxito de Carlos Ruiz Zafón llegó sin hacer ruido. Como explica Carles Revés, director general del Área Editorial de la División Editorial de Librerías del Grupo Planeta. El primer lector de esta obra fue José Manuel Lara Bosch. Su manuscrito, junto a dos más, cayeron en sus manos, y él mismo apuntó: «Cuidado con este libro». Y aseguraba después que era una «maravilla». La obra se presentó al Premio Fernando Lara de 2000 y, aunque no ganó, obtuvo una mención del jurado y se recomendaba también su publicación. Salió con 4.000 ejemplares, pero se convirtió en el fenómeno del año. ¿Cuál fue la clave del éxito? El hallazgo del «Cementerio de los libros olvidados». A eso hay que sumar el paisaje de la Ciudad Condal y una trama que internaba al lector en los meandros de una narración salpicada de secretos.
La fama que pronto adquirió su novela saltó a otros países. A partir de ahí todo fue vertiginoso. Poco después, miles de lectores lectores descubrieron que la novela formaba parte de un cuarteto. «El juego del ángel», la continuación, permitió apreciar en qué clase de fenómeno se había convertido su creador. Batió todos los récords que se conocían en España. La tirada inicial era de un millón de ejemplares. Algo que nunca se había visto en nuestra lengua. Los lectores de Zafón ya eran legión. La historia de David Martín, un escritor sin suerte, que sobrevive escribiendo en diarios y que ha ayudado a un amigo a triunfar, recibe la oferta para escribir una obra a cambio de una fortuna. A partir de ahí se desencadena una historia ambientada en la Barcelona de los años 20 y que tiene como trasfondo un amor imposible. Los lectores volvieron a dar su voto de confianza al escritor y él no los desilusionó. Pero ahora todo el mundo ya aguardaba con enorme expectación la tercera parte. Las presentaciones del escritor en España se convirtieron
LA SEGUNDA Y LA TERCERA PARTE DE «LA SOMBRA DEL VIENTO» SALIERON CON TIRADAS INICIALES DE UN MILLÓN DE EJEMPLARES
en un verdadero espectáculo. Los teatros se llenaban y cada vez que aparecía en una librería para firmar, los lectores la abarrotaban. Entonces, en 2011, con «El prisionero del cielo», y cuando ya todo el mundo pensó que había tocado el cielo, que no podía igualarse la misma popularidad y fama que con los dos anteriores volúmenes, Carlos Ruiz Zafón repitió el éxito. Repetía con los personajes de «La sombra del viento». Pero estaba vez, Daniel Sempere y uno de sus amigos tendrían que afrontar una aventura todavía más peligrosa que en otras ocasiones. También tuvo una tirada de un millón de ejemplares y su lanzamiento se convirtió en un verdadero acontecimiento. La propia palabra «fenómeno» ya se quedaba corta para él. El público se preguntaba dónde vivía y acudía a Barcelona para sacar los itinerarios que se sugerían en las páginas de sus libros El remate fue «El laberinto de los espíritus». Para entonces, el dragón de Ruiz Zafón volaba ya muy alto.