EJEMPLO DE MAESTRÍA Y HUMILDAD
Su editor, Emili Rosales, recuerda a Zafón como «un autor consagrado a su vocación con la escritura. El momento que más disfrutaba en su vida era cuando estaba encerrado en su estudio escribiendo o componiendo música, porque él nos mandaba, junto a las novelas, las composiciones que había hecho. Era alguien maravilloso, discreto, que no era dado a grandes intervenciones públicas. Un trabajador nato, más escritor que realmente promotor de su obra. Y era enormemente feliz con la idea de que tantos medios y tantos lectores en tantos países del mundo hubieran recibido tan bien sus novelas». Para Rosales, «hay que acercarse al fenómeno que desencadenó para poder dimensionarlo. Algunos diarios señalaron que podía llegar a convertirse en uno de los escritores españoles más leídos desde Cervantes. ¿Cuál fue el secreto del éxito? Nadie lo sabe, afortunadamente. Lo cierto es que los lectores conectaban con su obra y su mundo». Explica que «venía de un universo literario marcado por la novela tradicional, como Victor Hugo y Charles Dickens, pero él tomó esas referencias y las pasó por la imaginación audiovisual de nuestro tiempo. Les dió, además, la impronta de su personalidad. Sentía una enorme fascinación por contar historias. Era un narrador nato. Incluso en las conversaciones le encantaba contar cosas. Poseía la habilidad que solo tienen los grandes contadores de historias. Tuvo el hallazgo, de dar con esa figura que es el cementerio de los libros olvidados, poseer la maestría de la escritura y que millones de lectores le siguieran».