La Razón (Cataluña)

PEQUEÑOS HÉROES

- POR CARMEN LOMANA

Cuando volvía del colegio a los 9 o 10 años siempre era una fiesta. Me dejaban por fin ir sola a casa con algunas amiguitas. Me encantaba saber que al llegar me esperaba mi bocadillo favorito para merendar, era muy simple, un pan crujiente con mantequill­a y azúcar en el que se introducía un trozo de chocolate en un agujerito que se hacia en la miga. Todo esto acompañado de un vaso de Cola Cao helado en verano y calentito en invierno. Mi hermana María José también venía con nosotras, pero como era más pequeña no la dejábamos participar demasiado en el grupo de mayores y la obligaba a ir siempre delante de mí, para no perderla de vista. Era un trasto inimaginab­le que nunca sabías la que te podía montar. Durante ese paseo había parada obligatori­a en una pastelería que se llamaba «La exquisita». Yo, que siempre he sido bastante glotona y dulcera, ahorraba de mi paga para comprarme un pastel de merengue cada día. No se cómo no explotaba con esa cantidad de calorías, pero no, ya ven Vds. que me he criado divinament­e comiendo de todo y sin tantas tonterías de comidas bio y saludables con las que nos bombardean cada día.

Pues como les iba contando, seguíamos nuestro paseo y la siguiente parada era para comprar cromos en un kiosco. Estábamos mis amigas y yo llenando un álbum con los cromos de la película de Sissi y Sissi emperatriz. Que cambiábamo­s entre nosotras dependiend­o los que tuviésemos cada una y los que nos faltasen. A veces venían los cromos en unas chocolatin­as malísimas envueltas en papel de oro como monedas. Cuando llegaba a casa ya era un poco tarde, pero como no solían estar mis padres y nos esperaban las personas de servicio, ellas nunca nos reñían.. Así pasaban los días con una vida muy feliz para los niños que no conocíamos el miedo, porque el peligro en aquellos años debía ser inexistent­e. Ahora la idea de dejar incluso en una pequeña ciudad a los niños solos da pánico, ¡pobres niños! También han sido los demonizado­s durante la pandemia como si fuesen pequeñas bombas de transmisió­n. Esos niños y adolescent­es que han aguantado tres meses sin salir de su casa y no creo para nada que hayan contagiado a sus padres. A esos pequeños aterrados por el bichito causante de un mal que podía matar a sus abuelos y padres, sin poder ver a sus amiguitos o compañeros incluso les han puesto mascarilla­s. Me produce una enorme pena cuando veo a niños y niñas de 4 y 5 años con su mascarilla puesta. Me he prometido a mí misma no protestar si en un restaurant­e o viaje en tren algún niño empieza a dar la tabarra. Han sido los pequeños héroes muy poco reconocido­s. Yo lo único que reconozco es la contradicc­ión y cabreo que nos produce a los ciudadanos que nos digan que guardemos distancias, y en el AVE, el único que hay por la tarde de Madrid a Málaga en el que viajé ayer, fuesen los vagones llenos a reventar excepto en uno que está reservado al personal de Renfe. Si esto no era suficiente, al llegar a Málaga había un cordón policial pidiendo documentac­ión y preguntand­o por los diferentes motivos por los que habiamos viajado con la consiguien­te acumulació­n de personas haciendo cola. Totalmente innecesari­o a mi juicio. De la misma forma que nunca entendí por qué no dejaban bañarse en el mar en la fase 2, cuando el mar y su aire son senadores y sin embargo pudiesen estar las terrazas llenas con grupos de 10 en cada mesa. El lunes ya parece que seremos ciudadanos libres de movernos por nuestro país pero me mosquea cantidad abrir fronteras y que lleguen turistas con brotes fuertes en Alemania y China. Otro confinamie­nto no podríamos aguantarlo económica ni socialment­e. Que sea lo que Dios quiera...

 ??  ??
 ??  ?? Lomana, junto a los diseñadore­s Victorio y Lucchino; con Manolo Blahnik y en distintos momentos de su día a día en Madrid
Lomana, junto a los diseñadore­s Victorio y Lucchino; con Manolo Blahnik y en distintos momentos de su día a día en Madrid
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain