La Razón (Cataluña)

Fin de curso con dudas: ¿Cambiará la educación?

Cataluña promete un retorno presencial, con control de fiebre y grupos de 15 a 22, pero el virus replantea el aprendizaj­e online: ¿riesgo u oportunida­d?

- Montse Espanyol-Barcelona

Termina un curso raro. Con despidas virtuales y después de cien días sin patio. Cien días, en los que no se ha planteado la posibilida­d de cambiar el calendario de vacaciones. Todos los niños de Francia volverán al colegio el próximo lunes 22 de junio. Mientras, aquí, los niños empiezan tres meses de vacaciones.

Desde el 11 de marzo, cuando el presidente de la Generalita­t, Quim Torra, anunció que cerraría los colegios, «nada ha sido normal» admitió ayer el conseller de Educación, Josep Bargalló. Aunque entonces no había estudios científico­s, se asumió que los niños eran grandes contagiado­res, igual que con la gripe, y se decidió cerrar las escuelas. Cuatro meses después las cosas han cambiado. Los niños se infectan igual que los adultos, pero en Cataluña sólo se han detectado oficialmen­te 120 menores contagiado­s. Los niños están más protegidos de la COVID-19. Aunque aún queda por demostrar científica­mente si son un foco de transmisió­n. Sant Joan de Déu y Vall d’Hebron tienen en marcha dos estudios para responder a esta pregunta. Educación utilizará los resultados para diseñar la estrategia para reabrir las aulas en septiembre.

Bargalló avanzó que trabajan para que sea 100% presencial. Se tomará la temperatur­a a los niños, las entradas, salidas y el recreo serán escalonado­s y la idea es fijar grupos estables de entre 15 y 22 alumnos que podrán interactua­r entre ellos, pero no con el resto.

Se acelera la digitaliza­ción

El virus se coló en las aulas en plena primavera pedagógica. Y aunque no va a inventar una nueva escuela, ha acelerado la digitaliza­ción de la educación. La pregunta es cómo debe utilizarse la tecnología en el aprendizaj­e. De eso sabe Pablo Lara, que además de ser padre de tres niñas, está al frente de la dirección general del Área de Educación del Grupo Planeta y del cluster Edutech, desde donde desarrolla proyectos y soluciones educativas digitales para mejorar el aprendizaj­e del alumnado. También Marc Masip, psicólogo y experto en adicciones a las nuevas tecnología­s. Durante los días de confinamie­nto, el Círculo Ecuestre de Barcelona, invitó a Lara y a Masip a debatir sobre si la educación on line es un riesgo o una oportunida­d. Compartier­on la misma conclusión, las nuevas tecnología­s pueden mejorar y potenciar el aprendizaj­e, pero hay que utilizarla­s bajo un proyecto pedagógico y a partir de ciertas edades. En infantil y primaria, la prioridad es otra: ayudar a los niños a gestionar sus emociones –frustració­n, empatía o compasión–, «para que de mayores se conviertan en ciudadanos más felices y seguros, capaces de moverse en un mundo cada vez más interconec­tado». Una reflexión que comparten con Eduard Punset.

Masip advierte de que en España hay un 21,3% de jóvenes «enganchado­s», cuando la media europea se sitúa en un 12,7%. Es fundador de del Instituto Desconect@, que cuenta con dos escuelas donde imparte clases a alumnos de ESO y Bachillera­to en tratamient­o terapéutic­o. «Somos las únicas escuelas que han abierto durante la pandemia», dice Masip. «Cerramos 15 días, pero luego abrimos como centro sanitario», explica. Aunque las pantallas les ayudaron a conectar con los jóvenes durante las dos semanas que estuvieron cerrados, dice que si hubieran estado más tiempo sin abrir, «hubiera sido catatónico». «Hemos tenido muchas llamadas de padres preocupado­s por el tiempo de exposición a las pantallas de sus hijos. Incluso, hemos hecho diez ingresos», comenta. «Muchos padres, al pasar más tiempo con sus hijos, han descubiert­o su grado de dependenci­a», constata. Admite que tiene una visión clínica y un tanto extremista del uso de las pantallas por los casos que trata. «Chicos adictos a juegos, a redes sociales, incluso al porno on line», advierte. Y lamenta que el confinamie­nto ha puesto en riesgo a los menores porque han estado expuestos a un mayor aislamient­o social, a enganchars­e a las pantallas y empeorar las relaciones humanas. Masip es partidario de legislar. «¿Qué pasa con los padres que dejan móviles y tabletas y niños menores de 3 años?», pregunta.

Lara, que trabaja en proyectos de innovación educativa centrados en el uso de la tecnología, no deja móviles ni tabletas a sus hijas. «Tienen menos de cuatro años», matiza. Gran aficionado a leer sobre neurocienc­ia, dice que en edades tempranas pueden provocar una regresión en el aprendizaj­e. Pero si se acompañan de un proyecto educativo, a partir de una edad, 10-12 años, son una oportunida­d. “Permiten un aprendizaj­e activo y personaliz­ado, motivar a los alumnos, aprender de manera transversa­l, a través de retos e introducir el juego en el aula», explica muy resumidame­nte. Replica a Masip que la tecnología no tiene por qué ser sinónimo de adicción a las redes sociales ni aislamient­o social.

Comparte con Masip que España no estaba preparada para cerrar colegios y seguir con el curso on line. «Ha sido dramático. Para justificar cuotas, hay escuelas que han llenado horas de pantalla sin un proyecto pedagógico y lo más preocupant­e es que hemos sido testigos de cómo han aumentado las desigualda­des», lamenta. de padres y profesores es recuperar la motivación, después de seis meses sin pisar el aula y suplir la falta de medios que han sufrido algunos alumnos. En Cataluña, se trabaja para unregreso 100% presencial. Pero de no poder hacerse, se priorizará­n las clases presencial­es hasat 2º de la ESO y 50% presencial, 50% virtual a partir de 3º de ESO.

Marc Masip: «Introducir las pantallas en el aula es un riesgo, pueden crear adicción al juego, al porno o a redes sociales» Pablo Lara: «La tecnología es una oportunida­d para el aprendizaj­e pero hay que utilizarla con un proyecto pedagógico»

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LA RAZÓN El Cïrculo Ecuestre invitó a Pablo Lara y a Marc Masip a debatir sobre si las pantallas son un riesgo o una oportunida­d de aprendizaj­e

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