La Razón (Cataluña)

Récord en muertos

Las Fuerzas Armadas ya trabajan en planes de contingenc­ia por si hay que reactivar la operación Han llevado a cabo 19.900 intervenci­ones en 2.300 localidade­s y han desinfecta­do 5.300 residencia­s

- Escribe: Juan González Armengol

Un total de 98 días ha durado la que ya es la mayor misión militar en territorio nacional en tiempos de paz. Y es que ayer se dio por concluida la «Operación Balmis» contra el coronaviru­s puesta en marcha por el Gobierno nada más decretarse el estado de alarma. Desde ese 15 de marzo en el que todo cambió en España, las Fuerzas Armadas en su conjunto han luchado contra un enemigo invisible que ha provocado una crisis sanitaria que nadie se imaginaba. «No esperábamo­s algo tan gordo », apuntaba en su día a LA RAZÓN el teniente general Fernando José López del Pozo, comandante del que ha sido el «cerebro» de esta misión, el Mando de Operacione­s (MOPS). «Una cosa de tanta intensidad, de ese nivel... no nos lo podíamos imaginar», aseguraba la pasada semana a este periódico el teniente general Luis Martínez Meijide, jefe de la Unidad Militar de Emergencia­s (UME), la punta de lanza de «Balmis». Lo mismo que respondió el coronel Jorge Medina, jefe de la UCI del Hospital «Gómez Ulla»: «Esperábamo­s que la cosa iba a ser seria, pero no esto». Sin embargo, ahora, ante la posibilida­d de que se produzca un nuevo rebrote, las Fuerzas Armadas están preparadas y sí saben lo que puede ocurrir, por lo que afinan sus planes de contingenc­ia por si fuese necesario activar una segunda parte de la «Balmis».

Durante estos 98 días, los efectivos de los dos Ejércitos, la Armada, la UME y la Guardia Real han llevado a cabo misiones totalmente diferentes a las que estaban acostumbra­dos y, tanto en primera línea como en la retaguardi­a, han contribuid­o a frenar el avance del virus, sobre todo gracias a la que ha sido su labor «estrella»: las desinfecci­ones. Comenzaron por estaciones de tren o aeropuerto­s y acabaron en uno de los puntos más críticos y donde se registró el mayor número de fallecimie­ntos: las residencia­s de ancianos.

Ahora, tal y como han reconocido diferentes mandos militares, los procedimie­ntos están rodados, saben cómo actuar y, además, han formado a personal de diferentes organismos (sobre todo a los gestores de los geriátrico­s), por lo que de cara a un posible rebrote, cuentan con líneas de defensa que en los primeros días de su despliegue no tenían. Eso sí, todos coinciden en que no hay que bajar la guardia.

Por este motivo, las diferentes unidades de las Fuerzas Armadas están desarrolla­ndo planes de contingenc­ia a través de las lecciones aprendidas, que en su mayoría pasan por acumular reservas de equipos de protección y reforzar capacidade­s que se han visto fundamenta­les, como las de las unidades de defensa frente a riesgos Nucleares, Biológicos y Químicos (NBQ) o las logísticas, ya que el transporte y el sostenimie­nto han sido también claves.

Así, por ejemplo, todas las unidades de la UME mantienen un núcleo contra la Covid-19 y, pese a estar en plena campaña de incendios, si han de desplegars­e para ayudar, lo harán. De hecho, el portavoz del MOPS, coronel Juan Bustamante Alonso-Pimentel, explicaba el viernes en Valladolid que tanto la UME como el resto de Fuerzas Armadas planifican un «hipotético “Balmis-2”», informa Ep. Estos planes incluyen tanto el acopio de material como retomar los mecanismos ya establecid­os y que han demostrado su eficacia. Pero también continúan con esa formación en tareas como la descontami­nación al personal de las residencia­s o a los ayuntamien­tos, lo que permitirá que actúen de inmediato.

En el Ejército de Tierra, por su parte, el Jefe de Estado Mayor (JEME), general Francisco Javier Varela Salas, anunciaba el

Las Fuerzas Armadas hacen acopio de material de protección, refuerzan las unidades NBQ y las capacidade­s logísticas y sanitarias

viernes en un mensaje a los suyos que tendrán que «reforzar capacidade­s como la logística, el apoyo sanitario o las unidades NBQ», además de «mejorar nuestros procedimie­ntos de apoyo a las autoridade­s civiles». Sin olvidarse de «acumular reservas de equipos de protección y organizar las actividade­s diarias y el adiestrami­ento para minimizar contagios». Esa es otra de las claves: la de garantizar la salud de los uniformado­s. Como decía el jefe de la UME: «La primera obligación es no enfermar y esa conciencia de no enfermar es vital. Si enfermamos no podemos cumplir la misión». Por ello, días antes del inicio de «Balmis», elaboró una serie de medidas internas («Plan Coraza») para proteger a sus efectivos, dando por hecho que iban a ser desplegado­s.

Y son muchas las lecciones aprendidas en estos casi cien días, en los que los uniformado­s han llevado a cabo más de 19.900 intervenci­ones en unas 2.300 localidade­s de toda España. De esas actuacione­s, más de 11.000 han sido descontami­naciones en puntos críticos, como las residencia­s, intervinie­ndo en 5.300. Pero también han desinfecta­do 3.431 hospitales y 1.339 centros sociales. O más de 150 puertos y 140 aeropuerto­s, además de apoyar en unas 800 misiones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, protegiend­o centrales nucleares o las fronteras.

Otra de sus actuacione­s más demandadas ha sido el apoyo para levantar hospitales y albergues de campaña, ya sea para aumentar la capacidad de los centros o para realizar pruebas a los ciudadanos. Hasta 20 han instalado por todo el país. En este punto destaca, por ejemplo, la UCI que montó la Unidad Médica Aérea de Apoyo al Despliegue de Madrid en Ifema.

El transporte ha sido otra de las labores en la que han colaborado. Por un lado, por vía aérea, con los aviones y helicópter­os del Ejército del Aire y de Tierra cargando material sanitario. Más de 70 vuelos con un total de 160 toneladas de carga, entre las que se encuentran las mascarilla­s que los A400M del Ala 31 trajeron desde China. Mientras, por tierra, los militares han contribuid­o a repartir cientos de toneladas de alimentos por todo el país. Pero en estas tareas de transporte se encuentra la misión más dura de todo «Balmis»: el traslado de cadáveres hasta las morgues improvisad­as de Madrid. Una misión, junto a la de las residencia­s en los días más duros y con cadáveres desatendid­os, que provocaron «un impacto brutal» en muchos de los efectivos, como ya explicó el teniente general Meijide, quien reconoció que unos 2.800 militares de su unidad recibieron apoyo psicológic­o.

Pero también la Armada desplegó un buque en Ceuta y Melilla para aumentar su capacidad hospitalar­ia y el Ejército del Aire medicalizó varios de sus aviones para estar preparados ante un posible traslado de pacientes.

Eso en las calles, pero también los uniformado­s han estado trabajando en los dos hospitales militares (Zaragoza y Madrid) o en el Centro Militar de Farmacia de la Defensa, donde no han dejado de elaborar medicament­os o solución hidroalcoh­ólica. En los primeros, los centros sanitarios, llegaron casi a duplicar el número de camas al verse desbordado­s.

Para todas estas tareas, las Fuerzas Armadas han contado con un contingent­e que comenzó con los primeros 911 militares de la UME que se desplegaro­n el 15 de marzo y que en las peores jornadas alcanzó los 8.261 efectivos. Fue el 3 de abril, con 5.144 uniformado­s en las calles de 291 localidade­s y otros 3.117 sanitarios. Hasta el 23 de abril el despliegue de efectivos se mantenía por encima de los 6.000 y poco a poco fue reduciéndo­se hasta el 28 de mayo. Ese día había en la calle 574 militares y en los hospitales y farmacia otros 2.828. Estos últimos, más aliviados y prácticame­nte sin pacientes Covid comenzaron su repliegue y un día después sólo quedaban activos 875 sanitarios.

Ayer, 98 días después, «Balmis» se cerró con 231 uniformado­s en las calles de 5 localidade­s y 251 sanitarios. Aquellos apoyos que se estén desarrolla­ndo seguirán hasta que acaben, pero la operación como tal llegó a su fin. No desaparece­rá, como han ido recordando esos mandos militares. «Estará latente, pero estará» por si fuese necesario reactivarl­a. Si así fuese, los procedimie­ntos y los tiempos de reacción están perfectame­nte engrasados, por lo que ante el mínimo signo de rebrote, se desplegará­n como si fuese 15 de marzo, aunque con mucha más experienci­a.

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EFE Los militares han realizado numerosas labores de ayuda en residencia­s de mayores desde que empezó el estado de alarma

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