La Razón (Cataluña)

EL EXPERTO (EN TODO) QUE NO VIO LA PANDEMIA

Sus polémicas palabras minimizand­o el riesgo de contagio antes del 8-M y el descuadre en los datos de víctimas han lastrado su gestión

- Belén Tobalina -

Quizá pocos se acuerden, porque esa frase pasó prácticame­nte desapercib­ida. Eran los inicios de la actual pandemia. Se había detectado el primer caso en España, un alemán que había llegado a Canarias y que dio positivo en Covid-19. En aquella rueda de prensa Fernando Simón antepuso el descanso de los empleados de las compañías aéreas, porque era fin de semana, a alertar a todos los que habían viajado en ese avión y comprobar si realmente ese turista se había sentado donde decía. «Al ir seis amigos entendemos que iban juntos». De momento, «no hemos identifica­do a los pasajeros del avión» que tomaron los alemanes, «esperamos tener esos datos entre hoy y mañana, tenéis que entender que es fin de semana», afirmó Simón, que rápidament­e recordó que, de los seis amigos, solo uno había dado positivo, y que había que mantener la calma. Por suerte, y gracias a los sistemas de ventilació­n de los aviones, no pasó nada. Pero esa calma es la que precisamen­te el director del Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias no debería tener por mucho que la sociedad pueda agradecer su educación y tono pausado. La tranquilid­ad no resucita a los muertos y esa calma que mostró sin ruborizars­e cuando dijo que si su hijo quería ir a la manifestac­ión del 8-M le diría que fuera no la dijo un ciudadano cualquiera, sino el responsabl­e de velar por la salud de todos. Esa calma fue la misma que hizo que ningún gobierno desde tiempo de Zapatero hiciera ningún plan detallado para evitar riesgos en residencia­s de ancianos en caso de pandemia. Pues bien, hoy, tras haber concluido el estado de alarma, la sociedad sigue sin saber cuántas personas falleciero­n en estos centros de mayores. Un número que avergüenza, porque no se protegió a los más indefensos. Y sigue sin pasar nada. El descuadre de datos es más que criticable. Son vidas con nombres y apellidos, no datos. Como criticable también es que primero Simón dijera que no era necesaria la mascarilla, luego que sí y que hoy siga sin salir con mascarilla en las ruedas de prensa para dar ejemplo. Pero todo sigue yendo bien, con calma. Ve el vaso de agua tan lleno que incluso cree que la mayoría de la gente en la calle cumple lo de la distancia, la higiene y la mascarilla. Si se diera un paseo en bici, se daría cuenta de una imagen bien distinta. Con la distancia pasó como con la mascarilla, de dos metros a 1,5, pese a lo que diga la Ciencia, algo que se repite con la apertura de fronteras, pese al potencial peligro que conlleva. Y es que los números no fallan y Simón, que logró plaza de funcionari­o en 2006, con el PSOE en el poder, no fue el que mejor nota obtuvo. Al cargo que hoy ostenta este epidemiólo­go llegó después de que se desatara en España la crisis del ébola en 2014. Entonces, hubo tal caos informativ­o al producirse en nuestro país el primer contagio de ébola fuera de África que fue promociona­do por Soraya Sáenz de Santamaría. A su favor: no era político, era desconocid­o para la opinión pública y había lidiado contra la Gripe A. Entonces, el ébola pasó en nuestro país casi de puntillas, pese al peligro potencial que supuso. Una baza de la que se tenía que haber aprendido algo básico como el principio de precaución, que Simón debería haber primado. Pero no fue así, y sigue manteniend­o la calma aunque ahora nos diga que «una pequeña fiesta» podría tener consecuenc­ias devastador­as. Entonces, ¿por qué las manifestac­iones del 8-M no las tenían?

Concluido el estado de alarma, la sociedad sigue sin saber cuántas personas falleciero­n en residencia­s

Ve el vaso tan lleno que incluso cree que la mayoría cumple con lo de la distancia, la higiene y la mascarilla

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