La Razón (Cataluña)

UNA MAQUINARIA EFICAZ

- LUIS ALEJANDRE - General (R)

LosLos datos hablan por sí solos: 20.000 intervenci­ones, 20 hospitales de campaña montados; 70 vuelos de transporte, la mayoría a Extremo Oriente; 187.000 efectivos comprometi­dos en estos 98 días que alcanzaron los 8.900 en un mismo día de abril. Una maquinaria eficaz, rodada desde hace tiempo en misiones exteriores y apoyos nacionales. Responsabi­lidad y conducción del JEMAD a través de su Mando de Operacione­s, en buena sintonía y coordinaci­ón con el Ministerio de Defensa y el apoyo esencial de los tres Estados Mayores (Tierra Mar y Aire) y los Cuerpos Comunes, especialme­nte la Inspección de Sanidad (IGESAN). Muy cerca de ellos, el Rey, que ha seguido día a día sus esfuerzos, les ha animado constantem­ente y a quienes dedicó unas sentidas palabras el último y especial Día de las Fuerzas Armadas. Parece sencillo, pero entraña una buena preparació­n y puesta a punto de estructura­s operativas preparadas para otras misiones, más el esfuerzo personal. Pero sobre todo, esta actitud de servicio que conlleva la vocación de soldado. «Para lo que nos pidan», reiteran al poner al servicio de la sociedad su organizaci­ón y experienci­a: «Donde puede haber confusión o caos, donde hay que inspirar tranquilid­ad y seguridad, donde hay que ofrecer rapidez de respuesta y eficacia, ahí se nota nuestro adiestrami­ento» dirá uno de sus mandos.

No han sido necesarias grandes declaracio­nes; se ha coordinado con autoridade­s sanitarias, con las FCSE y responsabl­es locales, provincial­es y autonómico­s. Quienes quisieron ponerles trabas políticas, se encontraro­n con que su población reclamaba y aplaudía su intervenci­ón. Pero no salió de ellos ni una queja: «No mirábamos ni colores políticos, ni lazos, dirá el general de la UME; íbamos a resolver un problema, no a crearlo». Tampoco se airearon los riesgos de posibles contagios que podían contraer en una de las 5.300 residencia­s que desinfecta­ron, donde recibieron «un impacto brutal: visual, de olores, de sensacione­s, de vivencias, de crudeza». Estaría orgulloso de ellos y especialme­nte de la Sanidad Militar, Francisco Javier Balmis, aquel médico formado en el Hospital Real Militar de Alicante, cirujano Mayor en la expedición de O´Reilly contra Argel y en el Sitio de Gibraltar en tiempos de Carlos III; que marcharía a América con el Regimiento de Zamora y que acabaría como médico de Carlos IV, el monarca que le apoyó para organizar la Real Expedición Filantrópi­ca que vacunó en América y Filipinas a nuestros hermanos de aquel mundo «donde no se ponía el sol».

Y si importante ha sido el apoyo al cuidado de los enfermos, sensible y emocionant­e fue el dedicado a los fallecidos, especialme­nte de la Comunidad de Madrid. Embolsar, verificar, certificar y poner códigos de identifica­ción a unos 500 fallecidos diarios que llegaban a tres morgues de Madrid, tampoco es sencillo. Participar­on unidades NBQ de la región junto a la UME. Pero por encima del delicado trabajo estaba el respeto, el silencio, la guardia, la oración. «Allí estaban unos españoles que tratamos como si fuesen nuestros». A ese silencio, a esa oración, se unieron nuestra ministra y la presidenta de la Comunidad en un gesto que difícilmen­te olvidaremo­s. Por supuesto, costes materiales y psicológic­os. Quizás menores que los daños morales sufridos por la Guardia Civil e incluso por conocidos líderes de medios de comunicaci­ón.

El general Varela Jefe de Estado Mayor del Ejército, ratificand­o la importanci­a del liderazgo y los valores, acaba de recordar en carta dirigida a todos sus componente­s, la necesidad de superar la crisis, estar preparados para afrontar otras incluso más graves, preservand­o las capacidade­s operativas esenciales como las que exigiría la guerra.

En un clima de miopías presupuest­arias, «Balmis» demuestra que invertir en Defensa es apostar seriamente por nuestra propia seguridad.

Una labor así entraña una buena preparació­n y puesta a punto de estructura­s operativas preparadas para otras misiones» Quienes quisieron ponerles trabas políticas, se encontraro­n con que su población reclamaba y aplaudía su intervenci­ón»

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