UNA MAQUINARIA EFICAZ
LosLos datos hablan por sí solos: 20.000 intervenciones, 20 hospitales de campaña montados; 70 vuelos de transporte, la mayoría a Extremo Oriente; 187.000 efectivos comprometidos en estos 98 días que alcanzaron los 8.900 en un mismo día de abril. Una maquinaria eficaz, rodada desde hace tiempo en misiones exteriores y apoyos nacionales. Responsabilidad y conducción del JEMAD a través de su Mando de Operaciones, en buena sintonía y coordinación con el Ministerio de Defensa y el apoyo esencial de los tres Estados Mayores (Tierra Mar y Aire) y los Cuerpos Comunes, especialmente la Inspección de Sanidad (IGESAN). Muy cerca de ellos, el Rey, que ha seguido día a día sus esfuerzos, les ha animado constantemente y a quienes dedicó unas sentidas palabras el último y especial Día de las Fuerzas Armadas. Parece sencillo, pero entraña una buena preparación y puesta a punto de estructuras operativas preparadas para otras misiones, más el esfuerzo personal. Pero sobre todo, esta actitud de servicio que conlleva la vocación de soldado. «Para lo que nos pidan», reiteran al poner al servicio de la sociedad su organización y experiencia: «Donde puede haber confusión o caos, donde hay que inspirar tranquilidad y seguridad, donde hay que ofrecer rapidez de respuesta y eficacia, ahí se nota nuestro adiestramiento» dirá uno de sus mandos.
No han sido necesarias grandes declaraciones; se ha coordinado con autoridades sanitarias, con las FCSE y responsables locales, provinciales y autonómicos. Quienes quisieron ponerles trabas políticas, se encontraron con que su población reclamaba y aplaudía su intervención. Pero no salió de ellos ni una queja: «No mirábamos ni colores políticos, ni lazos, dirá el general de la UME; íbamos a resolver un problema, no a crearlo». Tampoco se airearon los riesgos de posibles contagios que podían contraer en una de las 5.300 residencias que desinfectaron, donde recibieron «un impacto brutal: visual, de olores, de sensaciones, de vivencias, de crudeza». Estaría orgulloso de ellos y especialmente de la Sanidad Militar, Francisco Javier Balmis, aquel médico formado en el Hospital Real Militar de Alicante, cirujano Mayor en la expedición de O´Reilly contra Argel y en el Sitio de Gibraltar en tiempos de Carlos III; que marcharía a América con el Regimiento de Zamora y que acabaría como médico de Carlos IV, el monarca que le apoyó para organizar la Real Expedición Filantrópica que vacunó en América y Filipinas a nuestros hermanos de aquel mundo «donde no se ponía el sol».
Y si importante ha sido el apoyo al cuidado de los enfermos, sensible y emocionante fue el dedicado a los fallecidos, especialmente de la Comunidad de Madrid. Embolsar, verificar, certificar y poner códigos de identificación a unos 500 fallecidos diarios que llegaban a tres morgues de Madrid, tampoco es sencillo. Participaron unidades NBQ de la región junto a la UME. Pero por encima del delicado trabajo estaba el respeto, el silencio, la guardia, la oración. «Allí estaban unos españoles que tratamos como si fuesen nuestros». A ese silencio, a esa oración, se unieron nuestra ministra y la presidenta de la Comunidad en un gesto que difícilmente olvidaremos. Por supuesto, costes materiales y psicológicos. Quizás menores que los daños morales sufridos por la Guardia Civil e incluso por conocidos líderes de medios de comunicación.
El general Varela Jefe de Estado Mayor del Ejército, ratificando la importancia del liderazgo y los valores, acaba de recordar en carta dirigida a todos sus componentes, la necesidad de superar la crisis, estar preparados para afrontar otras incluso más graves, preservando las capacidades operativas esenciales como las que exigiría la guerra.
En un clima de miopías presupuestarias, «Balmis» demuestra que invertir en Defensa es apostar seriamente por nuestra propia seguridad.
Una labor así entraña una buena preparación y puesta a punto de estructuras operativas preparadas para otras misiones» Quienes quisieron ponerles trabas políticas, se encontraron con que su población reclamaba y aplaudía su intervención»