Pinchazo de asistencia en la «épica» vuelta de Trump
El presidente comienza a referirse a sus votantes como «la mayoría silenciosa» y saca toda su artillería contra Biden, un «títere indefenso»
Mismo lugar, diferente contexto. El presidente Donald Trump reaparecía en el estado de Oklahoma, exactamente 110 días después de su último mitin electoral tras la imposición de medidas de confinamiento por la pandemia de coronavirus. Pero Tulsa no acogió el tan esperado regreso de Trump a la primera línea electoral por todo lo alto, como a él le hubiera gustado. Y es que, semanas previas, la Casa Blanca había llegado a anunciar que contaban con cerca de un millón personas registradas para el evento, el primer mitin electoral de Trump en más de tres meses. Pero acabó participando una audiencia mucho menor a la esperada, en un recinto con capacidad para acoger a 19.000 personas. Casi un millón de jóvenes, usuarios de TikTok, se registraron para después no asistir. Su equipo sin embargo culpó a los medios de comunicación y a los «manifestantes radicales» por asustar a sus partidarios, y se vieron obligados a cancelar el evento masivo previo a las puertas del recinto. Trump justificó, en numerosas ocasiones, que estos meses el «virus chino» ha acabado teniendo un mayor impacto en muertos e infectados en EE UU porque se han realizado más pruebas médicas para detectar la enfermedad que en ningún otro país del mundo. De hecho, al realizar esta afirmación aseguró que «disminuyamos las pruebas», es decir, que se reduzcan los test para que desciendan también las cifras de infectados. El comentario, que despertó las risas y vítores de los asistentes, fue desmentido después por la Casa Blanca confirmando que había sido «obviamente una broma».
Otra de las novedades presentadas en Tulsa es que Trump ha comenzado a llamar a sus votantes «la mayoría silenciosa», asegurando que es la mayor parte de la población y «más fuerte que nunca». Según la teoría de la espiral del silencio, una mayoría silenciosa como la que Trump considera tener a su favor podría darle la victoria de nuevo, si consigue mantener inactiva a la otra parte del electorado que ahora estaría haciendo ruido, pero cuyo barullo no se traduciría necesariamente en «muchas nueces», como dice el refrán. Con esa finalidad, Trump parece estar dispuesto a usar toda su artillería contra su rival político en la carrera hacia la Casa Blanca, Joe Biden, contra quien aprovecha cualquier ocasión para criticarle por su destacable ausencia, calificándole como «títere indefenso», o por las ideas demócratas de la «izquierda radical». Y ésa es precisamente otras de las estrategias que, por ahora, parece estar funcionando a favor del mandatario. Los republicanos «somos el partido de la ley y el orden», recordaba el presidente. Un lema que ha rescatado de la campaña electoral de 1968 copiado de uno de sus antecesores, el ex presidente Nixon, para imponer la imagen de fuerza ante la creciente oleada de protestas que han movilizado al país y sus principales ciudades, tras la muerte de George Floyd a manos de la Policía en Mineápolis.
La clave de estas elecciones estará muy probablemente en la movilización que ambos partidos consigan alcanzar. La base electoral de Trump se mantiene, por ahora, intacta y no parece que la de los demócratas tengan mucha motivación hacia las urnas. Pero el desencanto de la gestión gubernamental, el creciente ambiente de odio y crispación, así como la incertidumbre por las consecuencia económicas de la pandemia pueden encender la mecha de los indecisos y los desmontados, empujándoles a votar el 3 de noviembre.