Zidane no es Piqué

NadaNada más empatar en Sevilla, Piqué comenzó a jugar ese otro fútbol que tanto le gusta. Con cara de funeral aseguró que veía muy difícil que el Madrid perdiese puntos de aquí al final. «Visto lo visto», añadía, porque el mensaje iba con copia para los árbitros y el VAR. Puro Gerard, un crack como futbolista y empresario, pero que incomoda hasta a los culés con algunos de sus comportamientos. A Zidane le tiramos de la lengua al día siguiente con este asunto, pero Zizou no es Piqué, por suerte para el madridismo. El francés contestó con una sonrisa rotunda y desplegó un decálogo que valdría para cualquier curso de cómo enfrentar la vida. Es un caballero, porque en su cabeza no cabe otra cosa que serlo. Se siente tan afortunado de dirigir al Real Madrid que opta por disfrutarlo y no por tirarse al barro con micrófonos delante. Quiere ganar la Liga, por supuesto, aunque considera que hay que hacerlo jugando al fútbol, con la pelota, sin apretar otro tipo de tuercas y poniendo buena cara a lo que venga. Dice que a sus futbolistas nunca les va a mandar a la sala de prensa a dar un mensaje, que son inteligentes, aunque se pueden equivocar como cualquiera. El francés es una bendición para el Real Madrid y sus seguidores, y no sólo por haber ganado tres Champions consecutivas, sino también por el papel impagable que ejerce como portavoz del club. Ofrece una cara amable sin por eso olvidar que el Madrid nació para ganar y no vale otra cosa. Exige el máximo de los suyos sin dejar de defenderlos en público. No es una pose eso de que cuenta con todos. El que ahora no juega quizá marque el gol decisivo y dé la razón a Piqué.