Una oposición leal que no se merece este Gobierno
Ayer, el Gobierno se salvó de una de esas trampas de elefante que pueden trastocar una legislatura y sacar a la superficie discordias internas que sólo aguardan una chispa para convulsionar. Y lo hizo con los votos del PP y VOX, dos partidos que a lo largo de esta trágica peripecia de la pandemia no han recibido más que insultos y recriminaciones desde las filas socialistas, algunas de una virulencia como no se había visto desde la restauración de la democracia. Pues bien, nada más fácil, nada más táctico para los populares, que haber dejado al PSOE solo frente a sus socios de legislatura –los ultras y los separatistas– exhumando el viejo episodio de los GAL y alentando la cacería de uno de los líderes señeros del socialismo español, como es Felipe González. Por supuesto, la intención última era, como siempre, que actúen esas fuerzas de «progreso», si es que se puede incluir en ellas al PNV, para cargar contra la Transición que hizo posible la España constitucional, que construyó un país de libertades, incluso, bajo los embates de uno de los peores terrorismos que ha conocido Europa. Es de esperar que Pedro Sánchez, experto en tacticismos, aprecie en lo que vale la postura de Pablo Casado.