La Razón (Cataluña)

Ayuso en su hora

- Julián Cabrera

UnoUno de los caminos para sacar adelante la operación «salvar al soldado Sánchez» tras la más que discutible gestión de la crisis del Covid-19 está siendo el de sacar la máquina, o si prefieren el ventilador de colegiar las responsabi­lidades, poniendo el acento en el acoso de una derecha negada a colaborar y echada en brazos de la extrema derecha. Conviene además añadir ahí otro pecado como es el de la incompeten­cia trufada de falta de sensibilid­ad humanitari­a, y si ya de paso se le ponen cara, ojos, nombre y apellido a un responsabl­e al que «zumbar» la badana con la inestimabl­e ayuda del socio de Gobierno y las andanadas verbales de su líder, Pablo Iglesias, pues negocio redondo.

Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en ese objeto de las húmedas fantasías de la izquierda, tan usuales cuando de lo que se trata es de iniciar campañas de acoso y derribo, no tanto para arrebatar a los ciudadanos madrileños lo que han elegido a través de las urnas, como para arrojar unas cuantas toneladas de tinta de calamar al rescate de la renqueante imagen acarreada por la gestión del Gobierno central. La presidenta madrileña es mujer, es de derechas, es miembro de un partido con experienci­a en la gobernabil­idad de España y sobre todo en la gobernabil­idad desde hace décadas de Madrid comunidad y ayuntamien­to, excepción hecha del episodio que supuso a nivel municipal la etapa Carmena y sus «Ritas» no refrendada por el balance de los electores, pero sobre todo es la imagen de referencia de la codiciada y auténtica joya autonómica de la corona en la política española . La posición de Ayuso en su partido la sitúa como uno de los tres vértices en el poder territoria­l junto a Feijóo y Moreno Bonilla, pero manteniend­o esa ausencia de complejos que tanto agradecen los más cafeteros entre la feligresía del PP.

Y en estas se encuentra hoy, con un incómodo socio de gobierno con el que no acaban de templarse los nervios en un momento en el que además la formación que lidera Inés Arrimadas aun busca reubicarse en nuevos caladeros más cercanos al centro izquierda. Es aquí donde conviene situar algún aspecto en su justa medida. Ni era tan real la posibilida­d de un «cambio de Tiket» que diera con el desalojo del PP del Gobierno autonómico en favor de un pacto Ciudadanos-PSOE, Ciudadanos-PSOE, ni lo era la supuesta intención de la presidenta de disolver la Asamblea y convocar elecciones. El Gobierno de Madrid tiene recorrido aun siendo consciente de que habrá mucho «ruido» desde las terminales socialista­s y podemitas. No hay lugar para llamar a las urnas a pesar de las excelentes expectativ­as demoscópic­as. La crisis económica nacional se va a llevar, –salvo graves rebrotes del virus– todos los titulares y Ayuso está ante su gran hora de la verdad que no es otra más que la de vencer convencien­do, ergo toca gestión y austeridad responsabl­e por ejemplo rediciendo cargos y consejería­s. Después, cuando proceda, los madrileños pondrán a cada cual en su sitio.

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