El bardo nos invita
Uno de los rasgos del teatro de Shakespeare es la modernísima invitación que el autor adjunta en él para que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones, a veces contradictorias. «Shakespeare es demasiado inteligente para adoctrinar –confirma–. Cuando percibimos a alguien como superior, puede que lo temamos o lo obededezcamos, pero nunca lo amaremos; solo cuando recibimos algo de amor podemos aprender y cambiar. Y eso es lo que él trata de transmitir».