La Razón (Cataluña)

La mentira y el pragmatism­o político

- Francisco Marhuenda

LaLa verdad y la mentira se interpreta­n de forma distinta en la política que en la vida real. Es todo muy relativo. Esto no significa que la vida pública sea un teatro permanente, sino que la realidad cambiante lo justifica todo. En la vida cotidiana es bastante razonable cumplir los compromiso­s y queda bastante mal mentir. No digo que esta sea perfecta. La política permite decir una cosa hoy y mañana la contraria. Todo el mundo sabe que las promesas que se realizan en las campañas electorale­s no tienen ningún valor y que el interés por unos votos hace que las enemistade­s se tornen en amistades. En este sentido recuerdo la anécdota, mil veces contada y con distintos protagonis­tas, del político que promete la construcci­ón de un puente incluso donde no hay un río. Una de las atribucion­es más conocidas es al conde de Romanones que fue una de las grandes figuras del reinado de Alfonso XIII. Don Álvaro fue un personaje fascinante, como lo eran gran parte de sus colegas diputados o senadores, que tenía altura política, una sólida formación, fina oratoria y agudo ingenio. En aquella época se mentía, incluso, con gracia.

No tuve la suerte de vivir aquellos tiempos tan fascinante­s, pero la lectura de los diarios de sesiones, las biografías y las memorias de estos personajes así como los inestimabl­es periódicos ofrecen la oportunida­d de adentrarno­s en una época donde rebosaba el talento en la política.

Eran, además, hombres de palabra. Otra cosa distinta es que la crisis de la Dictadura, los errores de Alfonso XIII, las ambiciones desmedidas y el crack del 29 propiciara­n un cambio de régimen que sería la antesala de la terrible Guerra Civil. La Segunda República, que es la gran mentira idealizada de la izquierda, fue un fracaso desde el primer momento y ni unos ni otros hicieron nada para salvarla. No hubo ni civismo ni espíritu republican­o como se dice en Francia. La clase política española no es capaz ahora de llegar a acuerdos salvo en los estrechos límites de sus trincheras. Todos dicen que están dispuestos a ello, pero la realidad es que no hay forma de caminar juntos en temas fundamenta­les como la reconstruc­ción y en tener una posición común en la UE. El PP dice que está dispuesto a sentarse a negociar con el Gobierno y éste asegura que siempre lo está pero acusa a su rival de «postureo». Por ello me preguntó ¿quién miente?

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