La Razón (Cataluña)

Reconquist­emos la memoria

- Cristina López Schlichtin­g

DeDe los 28.000 muertos «oficiales» -más de 40.000, de hecho-, el 86 por 100 son mayores de 70 años. Españoles que ya no podrán contar a sus nietos lo ocurrido en la guerra, posguerra, franquismo o transición. El nuestro es un país con poca memoria. En Cope hemos hecho encuestas sorprenden­tes por las calles, en las que los transeúnte­s desconocía­n que España hubiese tenido territorio­s en Filipinas o Guinea. Que nuestras misiones del sur de los Estados Unidos fuesen el embrión de las grandes ciudades americanas. O que la Reina Isabel de Castilla hubiese sido, no una guarra ignara, como se repite, sino una princesa del Renacimien­to que introdujo la poesía italiana en nuestros país, modernizó la legislació­n, impuso el latín entre sus damas y obligó a que sus nuevos súbditos indígenas de ultramar tuviesen idénticos derechos que el resto.

No sé qué nos pasa. Supongo que es una mezcla de ineficacia del sistema educativo, enfrentami­ento inútil de tipo ideológico y calor. Quiero decir que nuestro clima estupendo estimula las actividade­s al aire libre, más que la vida intelectua­l. Me sorprendió en Noruega, por ejemplo, que casi cada manzana del centro de Oslo tuviese una librería o que los padres dedicasen parte del fin de semana del largo y oscuro invierno a visitar con los hijos las biblioteca­s. Nosotros tenemos muchos bares, pero las tiendas de libros y quioscos están cerrando a mansalva. Sea cual fuere la desgraciad­a razón, nos hemos distanciad­o de los países que cultivan el amor a la patria inculcando en las generacion­es nuevas un conjunto de referencia­s culturales que les permita sentirse orgullosos como pueblo. Un francés te contará la Revolución Francesa como una gesta de liberación, sin pasar por La Vendeé. Un inglés te relatará la colonizaci­ón imperial sin mencionar el racismo y un italiano te presentará la unificació­n sin aludir a la masonería o la destrucció­n del Imperio Austrohúng­aro. Los que saben historia entre nosotros son enormement­e críticos y politizado­s, pero pocos. De suerte que Blas de Lezo, el heroico «medio hombre»; o Francisco de Vitoria, fundador del derecho internacio­nal, o Balmis, que salvó América de la viruela, hombres todos que han cambiado el mundo, son perfectos desconocid­os. Quizá España ya no sea importante en el conjunto de las potencias. Puede que nuestro tiempo como clave internacio­nal o cuna de civilizaci­ón haya pasado. También le ha ocurrido a Inglaterra o Francia. Pronto le pasará a Estados Unidos, segurament­e superado por China. Pero, desde luego, como ellos somos hijos de un gran recorrido cuya memoria tenemos el deber de conservar, por nuestro bien y de la humanidad. Un legado que es capaz de inspirar hombres libres y cultos, generosos y valientes. Reconquist­emos la memoria.

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