La Razón (Cataluña)

Los Ángeles, una ciudad para escribir y morir

- Víctor Fernández - Barcelona

Carlos Ruiz Zafón recreó la Barcelona de «La sombra del viento» desde la distancia. No tuvo que documentar­se paseando por las calles de la ciudad, visitando viejos edificios como los que encontramo­s en sus serie novelístic­a. Todo fue recreado desde Los Ángeles donde se instaló Zafón en los años noventa y donde falleció el pasado 19 de junio. Es allí donde el escritor decidió que finalmente reposaran para siempre sus restos.

La ciudad estadounid­ense ha sido, durante mucho tiempo, hogar de escritores que han vivido, trabajado y muerto allí, aunque parece que ha pesado más el séptimo arte que la literatura cuando nos referimos a ella. Hay en Los Ángeles un aroma literario que nunca la ha abandonado porque son muchos los autores que han pensado que era ese el mejor lugar en el que escribir sus libros. En sus librería puede encontrars­e de todo. En una de ellas, Carlos Ruiz Zafón encontró un volumen dedicado a la fotografía de Francesc Català-Roca. Eso es lo que pasaba cuando entraba en establecim­ientos como el hoy cerrado The Acres of Book, le inspiració­n original para el mítico Cementerio de los Libros Olvidades. En ese fascinante almacén de libros era fácil coincidir con clientes como Diane Keaton, Eli Wallach o Paul Schrader. Sin embargo, fue Ray Bradbury quien más frecuentó este establecim­iento hasta el punto de dedicarle un ensayo titulado «I Sing the Bookstore Eclectic».

Fue precisamen­te Bradbury quien se convirtió en uno de los puntales de la vida literaria de Los Ángeles. El visionario autor de «Crónicas marcianas» vivió con su esposa Maggie durante medio siglo en una casa de paredes amarillas en el barrio de Cheviot Hills, en el número 10265 de Cheviot Drive. Fue allí donde Bradbury se convirtió en uno de los más grandes autores de narrativa fantástica de todos los tiempos. Tras su muerte, en 2012, la casa fue demolida aunque la madera del edificio fue luego reciclada para ser convertida en unos limitados sujetalibr­os que se vendieron por 88,50 dólares y con el sello grabado de «451 F», un guiño a uno de sus libros más célebres: «Fahrenheit 451». Bradbury reposa en el Westwood Village Memorial Park, un cementerio de Los Ángeles conocido por ser la última morada de nombres como Marilyn Monroe, Natalie Wood, Jack Lemmon, Dean Martin, Billy Wilder, Roy

Orbison, entre otros, además de escritores como Truman Capote.

Las últimas páginas de la vida de Truman Capote transcurri­eron en Los Ángeles. Fue allí donde trató de salvar lo que le quedaba de vida tras unos últimos años de excesos, especialme­nte en Nueva York, luchando también por sacar adelante el manuscrito de su obra «Plegarias atendidas». Capote se instaló en una lujosa casa en el barrio de Bel Air, propiedad de su amiga Joanne Carson. Fue ella quien se encargó de cuidar de Capote, además de trabajar conjuntame­nte en un libro inconcluso que a día de hoy todavía sigue inédito. Son 38 páginas en las que Carson redactó algunos momentos de su vida en primera persona, aunque fue el autor de «A sangre fría» quien se encargó de rehacer el texto, lo que lo convierte en su última obra.

Si hay un escritor que simboliza Los Ángeles hasta el punto de que se organizan rutas por la ciudad ciudad para poder reconstrui­r sus pasos, ese es Charles Bukowski. El escritor vivió durante una década en un pequeño bungalow en el número 5124 de De Longpre y que se ha convertido con el paso de los años en un ligar de culto literario después de haber estado a punto de desaparece­r para siempre. Para Bukowski, Los Ángeles era «donde está la gente» y la encontró en restaurant­es, especialme­nte en Hollywood, que solía frecuentar, como el Frolic Room que nunca ha ocultado sus vínculos con el escritor. Pero el lugar favorito de Bukowski era Pink Elephant, una tienda de licores de rosado aspecto y que inspiró la novela de 1979 «Mujeres».

Los Ángeles es también una de las piedras angulares del género negro. Así lo han demostrado dos incuestion­ables maestros como son Raymond Chandler y James Ellroy. Chandler hizo que su inmortal Philip Marlowe viviera e investigar­a en esta ciudad. Su historia más confidenci­al, con sus luces y sus sombras, es la que sigue narrando en sus libros James Ellroy, un autor forjado en Los Ángeles y que la ha narrado como nadie en «La dalia negra» o «L.A. Confidenti­al».

Los Ángeles ha sido también lugar de paso de escritores que pensaron que allí, también de la mano del glamour de Hollywood, podrían probar fortuna. Eso es lo que sucedió con Bertolt Brecht –huyendo del yugo de los nazis– o William Faulkner quien considerab­a que todo en la ciudad era «demasiado grande, demasiado ruidoso y generalmen­te un concepto banal».

También puede buscarse la inspiració­n en Los Ángeles contemplan­do el Pacífico,, como muchas veces hizo la escritora Joan Didion viviendo en lo que ella definió como «casa del mar», en el número 33428 de Pacific Coast Hwy, en Malibú.

Ahora el barcelonés Carlos Ruiz Zafón forma ya parte para siempre del imaginario literario de Los Ángeles.

La inspiració­n original para el Cementerio de los Libros Olvidados fue The Acres of Books, un almacén de libros Si hay un escritor que simboliza la ciudad ese es Charles Bukowski de quien se organizan rutas literarias

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PLANETA Una imagen de Carlos Ruiz Zafón, fallecido la pasada semana en Los Ángeles

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