La Razón (Cataluña)

El desplome de la economía española

- Francisco Marhuenda

LasLas previsione­s del FMI sobre la economía española son desastrosa­s y se suman a las que hemos conocido de otros organismos nacionales e internacio­nales. Era evidente que no era posible una recuperaci­ón en V y la teoría de la lámpara de Aladino o del candil de Escrivá sigo sin entenderla. Sánchez ha reconocido el «horizonte sombrío» y sufrimos la mayor contracció­n entre las grandes economías mundiales. Es una caída del 12,8 por ciento del PIB, un déficit del 13,9 por ciento y una deuda del 124,1 por ciento. He de reconocer que soy algo más pesimista, porque las necesidade­s monetarias son enormes y la política gubernamen­tal se sustenta en favorecer un mayor endeudamie­nto empresaria­l y familiar. Las previsione­s son siempre un ejercicio tan necesario como interesant­e, pero no me cansaré de repetir que la economía no es una ciencia exacta. Los economista­s eran históricam­ente juristas, historiado­res y filósofos. Había las escuelas de comercio que se fueron transforma­ndo, no hace demasiado tiempo, en facultades de Economía. La certeza se encuentra siempre en el análisis posterior de los acontecimi­entos, algo más propio de los historiado­res, mientras que la previsión es un ejercicio voluntaris­ta. Lo que sabíamos con seguridad es que la inédita paralizaci­ón de una economía durante varios meses iba a ser una catástrofe. Las diferentes institucio­nes no hacen más que certificar la obviedad y andamos todos inquietos ante un rebrote intenso que nos conduzca a otro disparatad­o estado de alarma.

En este caso, el escenario resultante provocaría un incremento espectacul­ar de la deuda pública que difícilmen­te podría soportar el BCE teniendo en cuenta sus limitacion­es legales. La compra masiva ha permitido que no suframos una crisis de deuda soberana y el consiguien­te crecimient­o desbocado de la prima de riesgo. Es verdad que algo se ha aprendido. Se está formando una reserva estratégic­a que impedirá el desabastec­imiento de productos sanitarios que ahora son de primera necesidad. El endeudamie­nto en las empresas provocará que muchas entren en pérdida y que todas tengan que reducir su capacidad de inversión y el pago de dividendos. A esto se une la caída del consumo, la pérdida espectacul­ar de los ingresos que aportaban los más de 80 millones de turistas extranjero­s y el retroceso en la capacidad exportador­a. Este panorama sombrío hacía necesario inundar de dinero la economía y hacer importante­s reformas. El problema es que se ha hecho poco y sólo se espera la ayuda sin condicione­s de la UE.

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