La Razón (Cataluña)

LA «PROMISCUID­AD VARIABLE» DE MONCLOA

- AINHOA MARTÍNEZ

La crisis del coronaviru­s ha supuesto de facto un cambio de socios para el Gobierno. El frente de unidad al que llama Moncloa al resto de partidos ha virado ideológica­mente a la derecha, apoyándose en el PNV y Ciudadanos para salvar el complicado trámite parlamenta­rio de la prórroga del estado de alarma en los momentos más convulsos, políticame­nte, de la epidemia. Y ahora también con el PP para acordar el abordaje del escenario postcovid, con el decreto que regirá la «nueva normalidad» y la comisión para la reconstruc­ción social y económica que da sus últimos coletazos en el Congreso. El entorno de Pedro Sánchez vio en la encrucijad­a del coronaviru­s una oportunida­d política: la de materializ­ar su vocación de «ampliar» la mayoría de la investidur­a que le llevó al poder. Un mecanismo que en el Ejecutivo denominan «geometría variable», pero que ha virado a una suerte de «promiscuid­ad variable», o al menos así lo entienden ahora los otrora socios del Gobierno.

El concepto lo acuñó con tino el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, durante la última sesión de control en el Congreso y refleja a la perfección el sentir de los aliados tradiciona­les de Sánchez, que ven en sus «escarceos» con Ciudadanos una falta de lealtad al «espíritu» de la moción de censura. Existen sobradas reticencia­s en relación al viraje que pueda acometer el Ejecutivo para granjearse los votos naranjas, aunque el objetivo de Moncloa no sea otro que limitar la dependenci­a que hasta ahora les ataba a ERC y que otorgaba una gran fuerza negociador­a a los independen­tistas.

Sin embargo, el clima que se vive en el Parlamento refleja que, en su afán por ampliar las mayorías, Sánchez está descuidand­o el flanco izquierdo. Aquellos votos que creía tener asegurados se desmoronan, mientras se abre la opción del centro derecha. No en vano, el presidente consiguió ayer para el decreto de nueva normalidad el apoyo del PP y Ciudadanos, pero no el de Esquerra, JxCAT o

EH Bildu, que se opusieron. Los republican­os ya anunciaron su voto negativo como una suerte de llamada de atención ante la necesidad de recuperar el estatus perdido. En Moncloa interpreta­n estos movimiento­s del independen­tismo en clave electoral, pero buscan cuidar la entente manteniend­o la cita prevista para julio de la mesa de diálogo con la Generalita­t. Agrios fueron los cara a cara que Sánchez mantuvo con Gabriel Rufián –a cuenta de los GAL y Felipe González– y con Baldoví por la financiaci­ón. Compromís se ha desvincula­do en las últimas votaciones del bloque de la investidur­a, en señal de protesta por considerar que se están incumplien­do los compromiso­s que se fijaron con la Comunidad Valenciana. Las suspicacia­s sobre la entente con Ciudadanos trasciende­n el independen­tismo, recorren el nacionalis­mo del PNV –que se reconoce «agua y aceite» con los naranjas– y llegan incluso a la coalición de Gobierno. En Podemos no ven con buenos ojos a Cs como compañero de viaje en la legislatur­a, pero entienden la estrategia de limitar la dependenci­a de ERC. No existe preocupaci­ón por la capacidad de la formación de Inés Arrimadas para modular la política económica y creen que cuando las cartas de los Presupuest­os se pongan sobre la mesa, la alianza natural con las formacione­s de izquierdas acabará prevalecie­ndo. Hasta entonces quedan aún unos meses y lo cierto es que los socios, incluido Podemos, ante la inminencia de comicios, han optado por marcar perfil propio en asuntos tan espinosos para el PSOE como la comisión de investigac­ión sobre el rey emérito Juan Carlos I o sobre los GAL y la implicació­n de Felipe González en los mismos. Una comisión que fue tumbada esta semana en la Mesa del Congreso, gracias al alineamien­to de los socialista­s con Vox y el PP, pero que los mismos partidos que la promoviero­n en la Cámara Baja lo han hecho también ahora en la Alta, volviendo a la carga en el Senado. Una ofensiva que enrarece el clima de acuerdos por la izquierda.

Los otrora socios de Sánchez ven en sus ‘‘escarceos’’ con Ciudadanos una falta de lealtad al ‘‘espíritu’’ de la investidur­a»

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