Música
Publica su trabajo más personal antes de volver a tocar al lugar en el que empezó, Libertad 8
El cantautor Andrés Suárez presenta su trabajo más personal antes de volver a tocar en el Café Libertad 8, donde empezó
HaHa vivido la pandemia con ansiedad. La madre de Andrés Suárez (Ferrol, 1983) es sanitaria en Galicia y su hermana trabaja en una residencia de ancianos. Él, solo en Torrelodones, donde vive, asistía a las noticias con preocupación. «No podía escribir, pero aprendí a respirar», explica. La pandemia detuvo la publicación de su nuevo trabajo, homónimo, en el que hay varios atrevimientos: «Es la primera vez que sale mi careto en la portada y es la primera vez que salgo en un videoclip», explica. El 6 de julio, Suárez se sube al escenario de Libertad 8, el local que le acogió cuando era un chico de aldea con ganas de ser cantautor pero sin público. Lo hace porque Julián, el propietario, lo necesita. Con todas las medidas de seguridad, el dinero que recaude será para el primer lugar en el que creyeron en Andrés Suárez.
–Será una noche especial.
–Yo vine de Galicia y no sabía lo que era el metro. Era un chaval de aldea. Igual la gente se cree que llegué y llené el Wizink, pero estuve diez años en Madrid para conseguirlo. He tocado en Libertad Libertad 8 para cinco o dos personas. Julián sí creyó en mí. Y ahora está a punto de cerrar.
–No todo ha sido bonito en estos días.
–Hay un colectivo muy peligroso que son los GMT, la gente mala en Twitter. Que están todo el día diciendo que todo es una mierda y es horrible. Muchos hemos perdido trabajo, hemos dejado de ver a la familia y estamos acojonados. Ahora bien, hay dos opciones: o te metes en la cama y apagas la luz o tratas de estudiar, de leer, de aferrarte a la cultura. ¿Qué haríamos sin las tres «marías» de la educación? Nos han salvado las artes plásticas, la educación física y la música.
–Publica un disco homónimo, pero es el octavo, ¿por qué? –Es uno de los más importantes de mi vida, es el más personal.
–Siempre le he tomado por alguien que se expresa muy libremente y con naturalidad. –Sí, y eso me ha permitido ser feliz, aunque tengo mis cargas melancólicas y mi morriña permanente. La gente piensa que los cantautores estamos tristes pero yo me descojono de manera prodigiosa. Ahora bien, cuando no le pones tapujos a lo que describes, si es una historia compartida, entra el pudor. En «Todavía puedo oírte» hablo de un amigo mío de la EGB que murió de sobredosis cuando tenía 14 años. Y en «Calella», que se refiere a Calella de Palafrugell (Gerona), hablo de lo que pasó en un coche, de las canciones con cintas de cassette y describo exactamente lo que sucedió. El beso y todo. Me he desnudado tanto que pensé: «Me he pasado».
–Cuando se vuelva a subir al escenario...
–Voy a llorar. Éramos tan felices y no lo sabíamos... Tengo la mejor banda y el mejor equipo técnico y echo de menos las risas.
DÓNDE: Café Libertad 8 (calle Libertad, 8. Madrid)
CUÁNDO: 6 de julio
CUÁNTO: bajo reserva en Libertad 8