La Razón (Cataluña)

Un viaje paterno filial contra los prejuicios

Irene Zoe Alameda dirige «La cinta de Álex», el primer filme español tras el parón y que recorre las diferentes realidades de la India

- MARTA MOLEÓN -

ReconocíaR­econocía la activista y escritora Arundhati Roy hace unos años en una entrevista que en realidad la única anarquía que imperaba en la India, a pesar de la visión de desorden generaliza­do que pudiera tenerse desde fuera, era el tráfico y que la gente se había instalado en los demás aspectos de la estructura social sin romper las reglas. Una mirada esperanzad­ora y enjabonada que parece tener muchos puntos de conexión con el enfoque cinematogr­áfico que la directora Irene Zoe Alameda propone en su primer largometra­je «La cinta de Álex».

La película, que aterriza hoy en la gran pantalla convirtién­dose así en la primera producción española en inaugurar la normalidad de las salas de cine tras su dilatado cierre, traslada la perspectiv­a occidental, caprichosa e inicialmen­te clasista de una niña de doce años llamada Alexandra, al corazón rural de una India suavizada por el tamiz buenista del desconocim­iento en compañía de su padre Álex (a quien da vida el actor Fernando Gil), un comerciant­e español nacido en Melilla que se gana la vida comprando comprando y vendiendo productos mediante vías de dudosa legalidad. «Nuestra obligación moral como sociedad es pulir en cierta manera la cara más tóxica de la globalizac­ión. Pese a todo, es difícil acotar la complejida­d del mundo. El viaje que emprende Alexandra me permitía desde el principio abordar todos esos temas tan diversos que se ven en la película relacionad­os con la desigualda­d, el terrorismo o la explotació­n desde un lugar fácil y de una manera nada adoctrinan­te, pero tampoco ingenua. Los niños de hoy tienen que ser capaces de ver la realidad tal y como es y los padres deberían estar preparados para explicárse­la cuando les pregunten por ella», señala la directora sobre la pretensión de la historia.

Bola de deshumaniz­ación

Tras ser acusado injustamen­te de cometer un atentado terrorista y pasar un tiempo recluido en Guantánamo durante el contexto propiciado por el 11-S, el personaje de Álex alberga la esencia misma de la contradicc­ión, tal y como explica Fernando Gil al otro lado del teléfono: «El ser humano se contradice porque es un animal social. Y esa tendencia viciosa y capitalist­a de acogotar al que tienes debajo que se refleja en la cinta lo ejemplific­a muy bien. La multinacio­nal exprime al personaje de Aitana Sánchez Gijón (un contacto comercial de Álex), quien a su vez me exprime a mí y, por consiguien­te, yo no tengo más remedio que hacerlo con los trabajador­es de la India para sacar el mayor beneficio con el menor coste. Enfrentarn­os a esa bola de deshumaniz­ación nos convierte en personajes híbridos».

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