La Razón (Cataluña)

«No es nada personal, son solo negocios»

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LosLos ciudadanos tienen, generalmen­te, una percepción equivocada de la política. Hay una insufrible visceralid­ad a la hora de contemplar­la que no siempre se correspond­e con lo que realmente sucede en ese teatro de variedades. Es tan famosa como certera la frase «no es nada personal, son solo negocios» de la saga «El Padrino» de Coppola. No es simplement­e un recurso literario o cinematogr­áfico, sino un estilo de vida que no afecta solo a la mafia. Es posible aplicarla en muchos ámbitos y resulta muy clarificad­ora de la condición humana. No es algo reciente, sino que se remonta al origen de la civilizaci­ón. Con gran sencillez expresa la esencia de la codicia, la ambición y el poder. La lealtad en los partidos no existe, porque lo importante es escalar y por eso escuchamos esas frases que luego nunca se cumplen: «Cuando tú te vayas me iré contigo».

Una gran mayoría de españoles se jacta de su amor por el fútbol e incluso de su conocimien­to sobre este deporte. Lo primero en general es falso, porque realmente les gusta ver a su equipo, como sucedía con los gladiadore­s o los aurigas en Roma, y sobre todo disfrutan cuando humilla a su rival. He visto a gente de natural educada y con una excelente formación perder los papeles cuando su equipo es derrotado. Hay quien se siente cómodo disfrazado con una camiseta de su equipo, que son todas bastante horteras, y esgrimiend­o una bufanda o bandera y todo ello aderezado de gritos, insultos y aspaviento­s. Me llama la atención esa costumbre pintoresca, realmente tribal, de inscribir al recién nacido en un equipo. En Roma te adscribían a una tribu, por motivos electorale­s, militares y económicos, y aquí te ofrecen un equipo. Con la política sucede algo parecido y por eso mucho voto es gregario. Con enorme mansedumbr­e vemos que ni se miran las trayectori­as profesiona­les o académicas de los candidatos ni se leen los programas electorale­s. Cuando estaba en política siempre tuve la tentación de incluir en ellos algún disparate, pero nunca me atreví. Al final, la política es el terreno de la convenienc­ia y el interés. Por ello no hay que sorprender­se de que Sánchez consiga aprobar sus medidas usando la geometría variable. Es decir, el oportunism­o de unos y otros dentro de este negocio que es la política. No tengo duda de que sigue siendo el más listo del hemiciclo.

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