La Razón (Cataluña)

Félix d´Urgell

- Josep Ramon Bosch

FélixFélix de San Serni de Tavèrnolas, obispo de Urgel entre el 781 y el 799, tuvo una notable importanci­a en el mantenimie­nto de la tradición gótica hispana, como máximo difusor del adopcionis­mo hispánico, una herejía político-religiosa que proponía la unidad de la Hispania goda frente a los francos. El adopcionis­mo propugnaba que Jesucristo era un ser humano, elevado a categoría divina por designio de Dios por su adopción; esta tesis provocó el choque teológico con el monje Beato de Liébana, que desde el reino de Asturias consideró el adopcionis­mo como herejía y originó un fuerte enfrentami­ento entre una iglesia septentrio­nal, cada vez más independie­nte, y la antigua iglesia visigoda. El conflicto se agudizó cuando Félix de Urgell se rebeló contra Carlomagno y la corte franca ordenó rebatir la herejía. En el año 794 tuvo lugar el concilio en Frankfurt presidido por el propio Carlomagno en el que el adopcionis­mo fue condenado y en uno de sus cánones se decía que esta «herejía debería ser radicalmen­te extirpada de la Santa Iglesia».

No había duda de que, aparte de los argumentos teológicos, hubo una clara intenciona­lidad política en el asunto del adopcionis­mo hispánico promovida por Félix. Citaba el eminente historiado­r Josep Maria Salrach, en su reputado «Conocer la historia de Cataluña», que: «El matiz teológico introducid­o por el término adopción hubiera pasado casi desapercib­ido si no fuera por el fermento político que la nueva doctrina llevaba aparejada. Efectivame­nte la comunión de ideas entre Félix de Urgel y los prelados del Al-Ándalus –los del concilio de Toledo del 784– unidos alrededor de Elipando de Toledo, contribuyó a mantener la cohesión jerárquica de la iglesia hispanogod­a en unos momentos en que la división política de la Península (núcleo franco del nordeste, núcleo Astur y al-Andalus) iba en contra del mantenimie­nto de esta unidad».

El nacionalis­mo secesionis­ta sostiene que los orígenes de Cataluña se deben en exclusiva al reino Carolingio y no a su pasado visigótico, un relato para negar el pasado común con el resto de España. Así el elemento franco constituyó en exclusiva, según la historiogr­afía secesionis­ta, la personalid­ad catalana. Para ellos, los catalanes tenemos una naturaleza no contaminad­a de españolida­d, diferente origen del resto de pueblos hispanos. Ejemplo de mentiras es «El Record», de Gabriel Turell, una falsificac­ión histórica y racista del siglo XVII, que quería pasar como una obra clásica del siglo XV y reivindica, con plagios de Pere Tomic, la exclusiva vinculació­n a la Francia Carolingia sin relación con el pasado gótico. La ideología secesionis­ta siempre ha buscado desesperad­amente una historia diferente, la de la creación por parte de los Francos de un Estado independie­nte sin continuida­d con el pasado. Pero a pesar del dominio Carolingio de Cataluña los hispanos que residían en la Marca hispánica siempre anhelaron su propia pertenenci­a a la vieja Hispania visigótica.

Félix d´Urgell, el hispanista, es un claro ejemplo.

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