La Razón (Cataluña)

Biden se dispara en los sondeos ante un Trump acorralado

El desánimo se instala en la Casa Blanca. La popularida­d del presidente republican­o se hunde por el coronaviru­s y la crisis económica

- Julio Valdeón -

Arranca el verano y cada día están más cerca las elecciones a la Casa Blanca, previstas para el 3 de noviembre. El primer mitin presidenci­al de la normalidad, en Tulsa, fue un fiasco. La encuestas, la suma de todas, establecen que el candidato demócrata, Joe Biden, aventaja en 9,3 puntos a Donald Trump. La cifra no deja de crecer en las últimas semanas. Biden siempre caminó en ventaja. Pero quién sabe si por efecto de la crisis económica, que castiga a quien gobierna, las distancias no serán ya insalvable­s.

Nadie lo dice, claro está, sobre todo dados los precedente­s de 2016 y el descalabro de los analistas políticos. Aunque algo importante importante parece germinar cuando incluso en Estados como Arizona, que los demócratas no ganan desde los días de Bill Clinton, Biden supera a Trump en intención de voto, con unos márgenes que van de lo insignific­ante, apenas 1 punto porcentual, que le concede el sondeo de Change Research, a los siete de la encuesta del Siena College y el «New York Times».

En el desánimo que empieza a anidar en la Casa Blanca también pesan los cálculos sobre la valoración que recibe la gestión presidenci­al, situada en un abismal 40,1% de aprobación mientras el 56,1% de los encuestado­s la califican de mala o muy mala. FiveThiryE­ight, el gran agregador de sondeos, ha calculado la valoración de los antecesore­s del actual presidente cuando alcanzaron los 1.254 días en el Despacho Oval: el 47,8% aprobaba el trabajo de Barack Obama, el 47,4% el de George W. Bush, el 54,6% el de Bill Clinton y el 54,1% el de Ronald Reagan. Los únicos con unas cifras de aprobación inferiores a Trump, George H.W. Bush, con el 35,3%, y Jimmy Carter, 33,2%, perdieron la reelección.

EE UU mantiene inmutables algunas constantes de los últimos meses. Trump asegura, por 158 día consecutiv­o, que la epidemia por coronaviru­s está controlada. Bueno, más bien el viernes insistió en que «las muertes por coronaviru­s han descendido mucho. La tasa de mortalidad es una de las más bajas del mundo. Nuestra economía ruge y no se cerrará».

Y es cierto que los 649 muertos por coronaviru­s del 25 de junio están muy lejos de los 2.746 del pasado 21 de abril. Pero también lo es que en las últimas semanas el país alcanzaba cifras históricas de contagios detectados, que la pandemia parece estar creciendo en no menos de 30 Estados, y que los 40.184 casos del día 25 marcan un récord absoluto.

Tampoco es verdad que EE UU tenga una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo. Sí que le superan Bélgica, Reino Unido, Francia o España, que segurament­e ocuparía el número uno si sumara a las cifras totales las del exceso de muertes. Y también que ocupa el noveno puesto, en una tabla con 215 países, de muertos por millón de habitantes.

Predecir hasta qué punto la pandemia y su gestión pueden costarle el puesto a Trump resulta tan aventurado como seductor. Sí se sabe que los números de gente que se están registrand­o para votar han caído de forma dramática. Hace un par de meses que Zack Stanton, de Politico, alertó de la posibilida­d de que un número considerab­le de votantes, atemorizad­o por la posibilida­d de contraer la enfermedad, acabe privado de su derecho a voto. Bastaría con que no acuda a las urnas y con que en sus respectivo­s Estados no esté permitido votar por correo y/o las trabas para hacerlo sean tan grandes que finalmente la gente no participe.

Sin contar el problema que podría derivarse de un porcentaje tan elevado en el voto por correo que pudiera alterar de forma dramática los resultados de la noche electoral. Un escenario en el que no parece descartabl­e escuchar a Trump sembrando la duda sobre la limpieza sin más pruebas, como respecto al voto popular en 2016, que perdió por un margen considerab­le.

Pero no dejan de ser especulaci­ones. Lo único cierto a día de hoy es que las cifras del desempleo siguen creciendo, que muchas empresas que empezaban a ver la luz al final del túnel han vuelto a toparse con la cruda realidad de un virus que no perdona las desatencio­nes y negligenci­as, y que las consecuenc­ias de todo esto pueden pesar de forma muy negativa en la probabilid­ad de que Trump gane.

Ni siquiera parece funcionar el intento de hacer de las mascarilla­s una suerte de guerra cultural. Aunque Biden ya ha anunciado que en caso de victoria trabajará para que mientras dure la emergencia sean obligatori­as, el golpe más duro contra la retórica de Trump llegaba desde sus propias filas, después de que un icono republican­o, el ex vicepresid­ente Dick Cheney, haya pedido a los ciudadanos que la lleven.

Del mitin de Tulsa Trump esperaba traer imágenes como las de sus días triunfales, masas enfervorec­idas, repeticion­es de sus mejores frases, guiños populacher­os y lemas de porte carismátic­a. Pero, de momento, toda la cosecha parece consistir en el recuento de miembros de su campaña que han sido obligados a ponerse en cuarentena después de estar en contacto con varios voluntario­s que dieron positivo por coronaviru­s.

En el caso de Biden, aún es muy pronto para saber si el sueño de Arizona fructifica­rá en algo más que un anhelo.

 ?? AP ?? Joe Biden promete que si es presidente hará obligatori­o el uso de mascarilla­s en espacios públicos
AP Joe Biden promete que si es presidente hará obligatori­o el uso de mascarilla­s en espacios públicos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain