LA FOTO DE 2020 NO PINTA BIEN
La pugna política en Venezuela avanza mientras el país comienza a mostrar las consecuencias de una pandemia brutal. A pesar del discurso gobiernero y las inconsistencias en las cifras oficiales, que se mantiene forzadamente bajas por la limitada cantidad de pruebas que se realizan, la nación aumenta la cantidad de muertos e infectados por COVID-19 de manera acelerada el último mes. Y no hay expectativas de control epidemiológico ni capacidad hospitalaria para evitarlo. Hasta los sanitaios comienzan a morir aceleradamente por falta de equipos de protección. Tan solo en la última semana se han reportado las muertes de al menos seis médicos y enfermeras. Entretanto, las Naciones Unidas han incluido a Venezuela entre los cinco países del mundo en riesgo de hambruna –el único que no está en guerra–, mientras las calles muestran el desespero de una sociedad paralizada, que no tiene cómo pagar lo que debe comer, que no tiene suficiente alimento para todos, y que se ha quedado sin combustible para reactivar su precaria economía. La experta en emergencia alimentaria Susana Rafalli, advierte que más de un tercio de la población «no está en capacidad de aguantar cuarentena ni interrupciones en el suministro de alimentos por falta de combustible»; y el regreso de venezolanos migrantes agrava el panorama pues generarán presión de consumo «sobre unos bienes que no existen».