LABRANDO LA TIERRA: LOS MENSARIOS ROMÁNICOS
La iconografía del románico es especialmente rica en escenas bíblicas, así como en bestiarios repletos de animales reales o imaginarios, pero también, de forma singular, dejan entrever una genuina manifestación artística –popularizada a finales del siglo XI a partir de la iluminación de códices carolingios y otónidas que desde el siglo IX circulaban por muchos monasterios– en la que se describen las actividades agrícolas en una docena de sencillas imágenes que remiten a los meses del año. Así, el frío mes de enero se representaba habitualmente con un personaje calentándose al fuego, aunque en muchas ocasiones paradójicamente la figura protagonista es la de un personaje bicéfalo que representa al dios romano Jano, que da nombre al mes (Ianuarios). Mayo se plasma habitualmente mediante la figura del Campus Madii, el caballero cazador con su montura, el único personaje del calendario que, excepcionalmente, no guarda relación con las actividades realizadas por la gente común. La etapa más dura del trabajo da comienzo con la siega del cereal, que tiene lugar en los meses de junio y julio, y sigue en agosto con la trilla, que en las casas más modestas solía hacerse con la ayuda del mangual de trilla, un instrumento de madera muy sencillo. Con septiembre, llega la época de la vendimia, y en octubre hay que sembrar de nuevo.