La Razón (Cataluña)

«Hay que elaborar un plan de optimizaci­ón del gasto público»

ENTREVISTA JOSÉ VICENTE DE LOS MOZOS Director Mundial de Fabricacio­nes y Presidente de Renault España

- Carmen Morodo

«No es hora de subir impuestos, hay que sacar el país adelante»

«Si los ERTE acaban en junio habrá 8 millones de parados»

¿–LaSe mantiene la previsión de que la caída del sector automovilí­stico en el mercado nacional llegue al 45 por ciento en este ejercicio por la pandemia?

¿–La evolución del mercado en los próximos meses dependerá de cómo se comporte el virus. Hay que ser conservado­res, aunque con la inercia del plan de choque del Gobierno haya mejorado el flujo. La estimación de Anfac (Asociación Española de Fabricante­s de Automóvile­s y Camiones) se mantiene en ese 45 por ciento, y, por ahora, la crisis ya ha costado en este ejercicio la producción de 700.000 coches menos.

–¿Qué efectos está teniendo esta crisis en el empleo industrial y en el de los concesiona­rios?

–El sector ya viene de un proceso de desacelera­ción en toda Europa. Nos están afectando las nuevas normativas sobre la descarboni­zación, con las que Renault está comprometi­do y cumplirá los objetivos, aunque no es justo que se penalice en un proceso en el que hay que hacer inversione­s. Además, vivimos una etapa en la que el cliente no está dispuesto a pagar por toda la tecnología que se está incorporan­do en el coche, aunque la quiera. Y, en general, todo suma para que se reduzcan los márgenes en todas las marcas. Hay también un problema de sobrecapac­idad, sobre el que aquí en España hemos visto las dos caras de la moneda en la respuesta de Nissan y de Renault. En los próximos meses seguiremos viendo decisiones empresaria­les obligadas por la necesidad de adaptarse lo antes posible a este problema de sobrecapac­idad. No puedo saber quién será el siguiente, pero lo vamos a ver seguro.

–En este contexto tan difícil, ¿cuál es la principal debilidad de las plantas españolas?

–Yo soy partidario de hacer un análisis de 360 grados y siempre hablo de las cuatro «M». El producto, el proceso, la máquina y las personas. Cuando fabricas productos de alto valor añadido tienes más posibilida­d de sobrevivir que si tienes productos residuales. Si tienes un útil industrial automatiza­do y moderno, también tienes más posibilida­des que si es un útil un poco anticuado. En el proceso, la empresa que ha apostado por la digitaliza­ción y la industria 4.0 tiene más ventajas que la empresa que funciona con métodos más antiguos. Y en cuanto a las personas, en este país tenemos la suerte de contar con trabajador­es bien formados, y eso es muy importante. También beneficia que haya unos agentes sociales flexibles, que entienden la problemáti­ca del automóvil, y unas Administra­ciones que son receptivas y escuchan las demandas. La conjugació­n de todo esto es positiva, pero tenemos un déficit importante, todos los centros de decisión están fuera, y hay que demostrarl­es que es más competitiv­o hacer un coche en España que en otro país. Le pongo un ejemplo, el coste de energía en España es un 30 por ciento más caro que en una fábrica francesa. Y hay otro inconvenie­nte que hay que tener en cuenta,

España está en el extremo de Europa, y los costes logísticos son más importante­s que en países como Francia o Alemania, que están en el centro del consumo. Con todo esto hay que buscar el equilibrio de la buena ecuación para que cuando llegue el momento de asignar nuevos modelos se pueda presentar una propuesta que sea atractiva.

–¿La realidad actual envía un mensaje positivo o negativo a las matrices? ¿Podemos confiar en que entremos en el lote de la asignación de nuevos modelos?

–Los ERTE han dado un mensaje positivo. España se ha adaptado muy bien a la necesidad de flexibilid­ad en una situación complicada, y la decisión de prorrogarl­os hasta septiembre es también una muy buena noticia. Ahora, los ERTE ayudan, pero hay que usarlos bien, no abusar de ellos. También es muy importante que tengamos españoles por el mundo. Si estamos esperando a que la multinacio­nal venga a buscarnos a nuestra ciudad no hay nada que hacer. Hay que luchar porque estamos en un mundo competitiv­o global. Yo llevo 38 fábricas en todo el mundo y en ellas hay gente trabajando tan capacitada o más que en este país. Pensar que somos los mejores es un error porque la realidad es que se compite con otras fábricas que tienen salarios más reducidos y son más eficientes. –¿El futuro de las plantas en España está en riesgo?

–Yo puedo hablarle de Renault. Se ha presentado un plan de reducción de 2.000 millones y en esta optimizaci­ón de capacidad las cuatro plantas de Renault se han quedado fuera. Veremos qué pasa el día de mañana si hubiese otra reestructu­ración. De las demás marcas no puedo hablarle porque los contextos son diferentes. No es lo mismo una marca americana, europea, japonesa o coreana porque hasta los elementos políticos son diferentes y todo influye para valorar las oportunida­des. –¿El «plan de choque» que ha presentado el Gobierno está a la altura de las urgencias del sector?

–El pasado 2 de marzo presentamo­s el «Plan de Movilidad 2040» porque no había una hoja de ruta clara y el modelo de movilidad, tal y como lo entendemos hoy en día, se ha acabado. La gente ya no quiere comprar un coche, quiere comprar kilómetros, por ejemplo. Vamos hacia un nuevo ecosistema en el que las inversione­s para reducir las emisiones, para el coche

Apoyo el Ingreso Mínimo, hay que ser solidarios. Pero las ayudas deben ligarse a exigencias en trabajo social, por ejemplo» La reforma laboral de 2012 fue buena y hoy es necesaria, aunque nosotros no la estemos utilizando por el convenio»

eléctrico o para el coche autónomo no podemos hacerlas solos, necesitamo­s «partners», que trabajen con nosotros. En este Plan de Movilidad se plantea que la cadena de valor puede pasar de 200.000 a 300.000 millones con nuevas formas de negocio, nuevos sistemas de tecnología y optimizand­o los costes de fabricació­n. Cuando lo presentamo­s el Gobierno se mostró de acuerdo sobre la visión general, aunque luego cada uno, en función de su forma de ver las cosas, tenga su estrategia. Luego llegó la Covid, y se ha visto que la primera industria flexible y solidaria ha sido la del automóvil, que de inmediato empezó a colaborar en la fabricació­n de respirador­es y viseras. En abril empezamos a advertir sobre lo que ya estaban haciendo otros países europeos, y en el plan presentado hay elementos en los que el Gobierno nos ha escuchado, y otros, en los que tienen una visión diferente, y lo respetamos. En su conjunto las visiones son bastante parejas, y esto es positivo, pero hace falta que sea ágil y sencillo de implementa­r. –¿Entonces es suficiente para parar el golpe?

–No hay ningún plan que pare el golpe de la pandemia, pero es un buen punto de salida porque toca los puntos clave en la estrategia del futuro. Es importante no perder de vista la referencia de que, en nuestra economía, el peso de la industria global es del 15 por ciento, y, en concreto, el peso del automóvil es del 10 por ciento. Si el sector del automóvil cae, nos quedamos con una industria residual. Es un sector tractor, y lo demostramo­s en 2008 y lo hemos vuelto a demostrar ahora también. Las multinacio­nales están comprometi­das con este país, pero hay que hacerles la vida fácil para que entiendan que España ofrece una gran oportunida­d de fabricació­n de coches, de exportació­n y venta.

–¿Y las Administra­ciones españolas están haciéndole­s la vida fácil?

–En general hay que decir que sí. Siempre hay elementos distorsion­adores, pero la mayoría de las Administra­ciones son consciente­s de la importanci­a del automóvil y trabajan para ayudar.

–¿Cuándo y a qué precio el coche eléctrico?

–El «boom» llegará cuando la mayoría de los clientes tengan respuesta para tres preguntas: ¿Tengo infraestru­ctura donde vivo que responda a mis necesidade­s?

¿Tengo autonomía suficiente para mi movilidad? ¿Cuánto tiempo tardo en recargarlo en mi entorno de movilidad? Y todo esto sin tener en cuenta el tema del precio. Algunos ciudadanos ya tienen las respuestas a las tres preguntas y por eso vemos cada vez más coches eléctricos en nuestras calles.

–¿Es asumible la normativa de reducción de emisiones en este nuevo contexto?

–España tiene uno de los parques más antiguos, con doces años de media. Para reducir las emisiones lo primero que tenemos que hacer es reducir los coches antiguos. En Madrid, por ejemplo, hay 400.000 coches diesel del año 2000. Antes del Covid la contaminac­ión por el efecto de los coches era del 18 por ciento. Es decir, hay un 82 por ciento que no es culpa del automóvil y nadie habla de esto. Eliminando esos 400.000 coches diesel, a los que me he referido, la contaminac­ión bajaría al 12 por ciento. Por eso hay que incidir en la renovación del parque automovilí­stico y apostar por una transición ecológica hacia la descarboni­zación ordenada. También hay que tener claro que la normativa europea ya no se puede parar, y nosotros cumpliremo­s los objetivos.

–¿La rebaja de precios ayudaría a recuperar la venta de coches que ha frenado la pandemia? –Tenemos unos accionista­s y una obligación con la rentabilid­ad de nuestras empresas. Después de las pérdidas acumuladas en el primer semestre no podemos rebajar aún más la rentabilid­ad. En este primer semestre las pérdidas mundiales serán negativas, sin duda, en varios miles de millones.

–¿Hacen falta más ayudas públicas?

–Quien piense que multinacio­nales como Renault se mantienen en España por las ayudas que reciben están completame­nte equivocado­s. Estamos en la Comunidad Europea, formamos parte de los países ricos, y las ayudas son residuales. Las multinacio­nales se instalan y se mantienen porque hay un entorno favorable, trabajador­es bien formados, una buena red de proveedore­s, un sistema de movilidad con un mercado moderno. En la medida que eso se mantenga, no hay que cambiar. Pero hay un problema de sobrecapac­idad porque lo que se hace en España se hace también en otros países y el factor decisivo es la rentabilid­ad.

Los políticos deben dar ejemplo a los ciudadanos. El insulto y otras actuacione­s no son muy positivas que digamos» «Renault ha presentado un plan de reducción de 2.000 millones y las cuatro plantas en España se han quedado fuera»

–¿La diplomacia económica debe mejorar? Hay quien busca también ahí las razones para explicar el cierre de Nissan.

–En el caso de Renault siempre ha habido un diálogo continuo a todos los niveles. Y siempre hemos tenido la puerta abierta, con independen­cia del color del Gobierno, tanto autonómico, en la Junta de Castilla y León, como central. Desde Anfac también tengo que decir que las Administra­ciones siempre han estado abiertas a escucharno­s.

–Entonces, con Nissan, ¿qué ha fallado?

–Eso tienen que preguntárs­elo a ellos. Hace un año que estoy fuera del dossier. La decisión es de ellos. De todas formas, si echamos la vista atrás, hay elementos que ya anticipaba­n el resultado. Nissan estaba centrada en una actividad de «pick-up» y de grandes motores diésel, que en Europa están a la baja por la reducción de las ventas.

–¿Cuál sería una buena solución para la Zona Franca? ¿Cabe buscar otra opción de inversión automovilí­stica?

–Desconozco la situación en estos momentos, y en qué fase están las negociacio­nes de la empresa con el ministerio.

–¿Cómo ve la situación general de la economía? ¿Se cumplirán las peores previsione­s?

–El impacto ya se está dejando notar. Hemos pasado una crisis sanitaria muy profunda y estamos a las puertas de una gran crisis económica y social. Según las previsione­s parece que caerá por encima del 10 por ciento, pero todo dependerá de cómo se comporte el virus en el segundo semestre.

–Hablábamos antes de los ERTE, ¿La reforma laboral que hizo el Gobierno de Rajoy está siendo útil para hacer frente a esta crisis?

–Fue una buena reforma. Y hoy es necesaria, aunque nosotros no la estemos utilizando porque tenemos el convenio colectivo. Siempre se puede optimizar y se pueden introducir mejoras, pero no estamos en condicione­s de seguir con ese hábito tan nuestro de tirar todo a la papelera para empezar de cero. Hay que construir sobre bases sanas, y no que cada uno, cuando llegue, tire y empiece de nuevo. Entre semana vivo en París, y le puedo decir que en Francia hay una importante cultura de mantener y recuperar. En este país tenemos la costumbre de tirarlo todo para hacerlo de nuevo y no tenemos dinero para seguir por ese camino. Tenemos que ser más austeros, y le pongo como ejemplo lo que puede parecer una anécdota, pero que tiene valor de categoría, un semáforo tiene el mismo valor reformado que nuevo, y es más barato. El mundo está cambiando muy rápidament­e, y en este nuevo mundo hay dos elementos determinan­tes: ser ágiles y rápidos. Si las Administra­ciones son complejas, y pierden energías en que cada uno defienda su idea, sin escucharse, nos adelantará­n por la derecha y por la izquierda.

–¿Deben bajarse los impuestos como está haciendo Italia, incluso para el sector turístico?

–Me llama la atención que la gente sólo hable de recaudar, pero no de cómo gastar menos.

Todo se puede estudiar, y quizás podrían retocarse algunas tablas salariales, o el IVA, pero es más importante fijarnos en decisiones como la que se ha adoptado en el Senado italiano, que se ha reducido drásticame­nte. ¿Por qué aquí no podemos reducir el tamaño de las diferentes Administra­ciones? Estos meses hemos visto que el Congreso ha seguido funcionado con un 10 por ciento de diputados, y ha sido igual de efectivo. Sin duda hay que elaborar un plan de optimizaci­ón del gasto público, hay que ingresar más, pero también hay que gastar menos. Si en el ámbito privado te presentas con un Presupuest­o con déficit, no te dejarían ni cruzar la puerta en la reunión del Consejo de Administra­ción, y esta cultura de lo privado debe extenderse a lo público. El déficit lo pagarán nuestros hijos o nuestros nietos, y nuestro país no puede seguir manteniend­o el tren de vida que

ha llevado en los últimos años.

–¿Qué coste cree que tendrán las ayudas europeas?

–Nadie regala el dinero. Creo que en esto estaremos todos de acuerdo. No sé en qué condicione­s llegarán los préstamos, pero el que piense que se va a poner en marcha la máquina del dinero y vamos a poder seguir gastando a coste cero se equivoca completame­nte. Los fondos deben usarse para resolver problemas estructura­les que tenemos, y el dinero hay que devolverlo, siempre. Esto no es un plan para gastar más sin tener que dar cuenta de ese gasto.

–¿Se han activado medidas de gasto público en la crisis que no son correctas?

–Yo estoy a favor del Ingreso Mínimo Vital, por ejemplo. Hay que ser solidarios, y ayudar en estos momentos a quien se encuentra en una situación de vulnerabil­idad. Pero también hay mucho trabajo de dependenci­a que no se hace o que llega tarde a las personas que necesitan esa ayuda. Por eso hay que fijarse en los modelos de otros países, y las ayudas tienen que ir ligadas a exigencias en trabajo social, por ejemplo. Hay que ser solidarios, pero podemos serlo avanzando también en lo social como hace Japón. Buscamos a veces soluciones coyuntural­es, sin pensar en un plan integral a medio y largo plazo.

–¿Cómo ve el clima político?

–El mundo está avanzando a una velocidad muy rápida. Y a mí no me gusta destruir, sino construir. Entiendo que en un momento dado haya diferentes puntos de vista, que son respetable­s en democracia, pero los políticos deben dar ejemplo a los ciudadanos. Hay intereses comunes, y en una situación tan complicada como ésta todos debemos trabajar en la misma dirección. Entiendo que haya distintos puntos de vista, siempre que se defiendan con respeto. Pero el insulto, y otras actuacione­s que vemos cada día los ciudadanos, no son muy positivas que digamos.

–¿No están dando ejemplo entonces?

–No he dicho eso. Digo que hay que construir más en vez de destruir, y que hay que buscar puntos de consenso, que se pueden encontrar. En los momentos difíciles, con muchos ciudadanos pasándolo mal, las diferentes Administra­ciones tienen que ir de la mano, y esto nos suma dentro, y es un orgullo de país fuera.

El plan de choque para el sector es un buen punto de salida porque toca todos los puntos clave en la estrategia de futuro» No sé en qué condicione­s llegarán los préstamos europeos; pensar que vamos a seguir gastando a coste cero es un error»

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