La Razón (Cataluña)

Horas bajas de Setién en el Barcelona

El técnico es cuestionad­o, ni el equipo juega bien, ni gana.

- JOSÉ AGUADO -

ElEl fútbol consiste, casi siempre, en encontrar los huecos, descubrir el espacio y ver la puerta en donde los demás sólo ven un muro. Los que lo consiguen son los futbolista­s elegidos, esos que elevan este deporte a otra categoría, algo que impresiona a quien lo ve, que lo pone por encima de la pasión y puede que lo convierta en algo trascenden­te.

Lo hizo Guti, dando un taconazo a Benzema en La Coruña, cuando parecía que iba a rematar, cuando el portero rival y los compañeros y el público creían que iba a rematar y se inventó un pase para atrás absolutame­nte Y lo hizo contra el Espanyol Karim Benzema, para romper un partido al que no encontraba soluciones el Real Madrid. No había espacio, el Espanyol era un muro y el conjunto de Zidane, que no podía dejar escapar esta ocasión de oro, se estaba empezando a dejarse llevar por la impotencia de no poder avanzar.

Entonces, Sergio Ramos, otra vez cerca del área rival, bajó un balón largo de Marcelo y la pelota llegó al centro del área. La controló más o menos Benzema, pero hacia fuera, hacia el córner, ese momento en el que el defensa cree que tiene la situación controlada, pues está llevando al delantero fuera de la zona de peligro. Pero no ve el balón y, evidenteme­nte, no puede adivinar lo que pasa por la cabeza de Karim.

Porque la telepatía es un invento y porque la cabeza de Benzema es más inescrutab­le que otras. Un delantero talentoso, un futbolista excepciona­l, del que ya es imposible dudar. De Karim se ha hablado tanto que da un poco de cosa repetir lo del nueve que es un diez, el delantero frío y todo eso. Sólo hay que verlo y callar.

No lo vio venir el españolist­a Bernardo y cuando se quiso dar cuenta, el tacón de Benzema cambiaba todos los planes y también el sentido del balón, que ahora pasaba por debajo de sus piernas para que lo rematase Casemiro.

Y el Madrid, vio la luz. Se quitó la responsabi­lidad, el tanto le ponía con dos puntos de ventaja y dejaba atrás una primera parte árida, de mucho trabajo y poco resultado, con un fútbol muy horizontal y sin peligro.

Un Madrid, sin Vinicius. Zidane tomó una de sus decisiones sorprenden­tes y dejó al brasileño en el banquillo, quizá para darle descanso, que son muchos encuentros seguidos y pocos días entre medias. Pero Vinicius da al Madrid algo de lo que no va sobrado, como se vio en el campo del Espanyol. Sin su profundida­d es un equipo a veces demasiado burocrátic­o. Salió en la segunda mitad, con el partido ya cuesta abajo.

Lo intentaba Isco, titular, sin éxito; se perdía Hazard en la presión y no era capaz de encontrar la pelota Kroos. El Espanyol, en una situación alarmante buscainesp­erado. ba en Wu Lei la espalda de Marceloa, pero el futbolista chino caía en fuera de juego.

El problema del Espanyol es que no tiene mucho más y el gol fue una losa excesiva para un equipo con entrenador nuevo y sin plan. El Madrid vio la debilidad del rival y no sacó el colmillo. Jugó casi todo el encuentro al mismo ritmo. Ya antes del gol de Benzema, pero más después. Le servía con tener el balón. No hizo muchas ocasiones y jugó con el riesgo de algún balón parado del rival.Es un equipo consciente de que hay que aprovechar cualquier tiempo de descanso, incluso en los partidos.

Con Benzema fue suficiente para escaparse por LaLiga.

Vinicius fue suplente y se echó de menos su velocidad

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Casemiro marca el gol del Madrid tras el taconazo de Karim Benzema

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