La Razón (Cataluña)

Contra la libertad y la ciencia

- Julio Valdeón

SiSi España fuera un país informativ­amente robusto, y si parte de la «intelligen­tsia» no fuera tan cobarde, tendría que haberse levantado contra esa proposició­n no de Ley que blinda una explicació­n unívoca de la violencia contra las mujeres. Negar que algunos asesinos puedan actuar motivados por una suerte de disposició­n ideológica resulta tan adánico como pretender que un problema multifacto­rial quepa en el mágico perímetro de un conjuro. En 2006 Manuela Carmena y otras 200 mujeres firmaron un manifiesto, «Otro feminismo es posible», que denunciaba «la idea del impulso masculino de dominio como único factor desencaden­ante de la violencia contra las mujeres». Reclamaban «contemplar otros factores, como la estructura familiar, núcleo de privacidad escasament­e permeable que amortigua o genera todo tipo de tensiones; el papel de la educación religiosa y su mensaje de matrimonio-sacramento; el concepto del amor por el que todo se sacrifica; las escasas habilidade­s para la resolución de los conflictos; el alcoholism­o; las toxicomaní­as... Todas estas cuestiones, tan importante­s para una verdadera prevención del maltrato, quedan difuminada­s si se insiste en el “género” como única causa». Hoy cualquiera que sostenga estas razones, respaldada­s en la mejor evidencia científica disponible, arriesga sanciones. Aunque lo más descorazon­ador no han sido los balbuceos de unos diputados entregados a la calderilla de los «social studies» posmoderni­stas, ni constatar que la izquierda va concluyend­o su viraje hacia posturas reaccionar­ias, ni asumir que el centro-derecha también renuncia al afán racionalis­ta, y ni siquiera el triste hecho de que la postura ilustrada resta en manos de un partido nacionalis­ta, y en tantos aspectos antiilustr­ado, como Vox. A mí, al menos a mí, lo que me provoca un sonrojo insufrible, un dolor voraz, es la sucia apelación al «negacionis­mo». Que tengan el cuajo de invocar la Shoah. No sólo porque la «violencia de género» sea una etiqueta, opinable, y la Shoah consista en 6 millones de judíos asesinados, sino porque emparenta a nuestros calamitoso­s partidos con lo peor del populismo europeo. O sea, con Ley y Justicia, que en Polonia, ha defendido la persecució­n de quienes cuestionan el relato del papel jugado por tantos polacos durante el Holocausto. Supongo que era inevitable: Irene Montero y Beata Szydło, Pedro Sánchez, Pablo Casado, Inés Arrimadas y Jarosław Kaczynski, unidos en la utilizació­n del peor crimen y marinados en su violento desprecio por la libertad de expresión y la indagación científica.

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