La pareja perfecta, una ruptura que nadie esperaba
Paloma Cuevas y Enrique Ponce se separan después de veinticuatro años de matrimonio y dos hijas en común
PresumíanPresumían de ser una de las parejas más estables y admiradas del panorama nacional. Protagonizaban portadas de las revistas con mayor tirada y, año tras año, conseguían hacerse un hueco en las listas de los más elegantes. Ahora, casi veinticinco años después, se separan temporalmente. Al parecer, después de atravesar dos años difíciles como matrimonio, habrían decidido tomarse un tiempo para reflexionar y profundizar sobre su relación.
Una separación amistosa, parece que sin la intervención de terceras personas, motivada por el desgaste de la relación. Aunque por el momento no se han iniciado los trámites del divorcio, la decisión habría sido tomado de común acuerdo y pensando en el bien de toda la familia, en especial, de sus hijas, Paloma (12 años) y Bianca (8). Paloma Cuevas es hija del torero Victoriano Valencia, uno de los grandes nombres de la lidia, de ahí que desde su infancia desarrollara una gran pasión por los toros. Estudió empresariales y residió en Boston, pero jamás se desvinculó de ese mundo y fue en 1992 cuando conoció a Enrique Ponce, nieto del matador Rafael Ponce Navarro «Rafaelillo», quien debutó en las plazas de toros a temprana edad de 15 años, en 1986.
Pese a que habían coincidido previamente en varias ocasiones dado el oficio que une a Ponce con Victoriano Valencia, la pareja fue presentada de forma oficial en un hotel de La Carolina, en Jaén; a partir de entonces comenzó su romance. Cuatro años más tarde, el 25 de octubre de 1996, unos jóvenes Paloma y Enrique, de 22 y 25 años respectivamente, se dieron el «sí, quiero» ante la Virgen de los Desamparados en la Catedral de Valencia en una multitudinaria boda a la que acudió gran parte del mundo del toreo, familiares y amigos de la pareja. Tras varios años disfrutando de su amor, el 27 de abril de 2008 llegó al mundo su primera hija, Paloma; y en 2012, Bianca. A lo largo de todos estos años de matrimonio, Paloma se ha dedicado a su faceta empresarial, ya que tiene un negocio de mobiliario infantil en el barrio de Salamanca de Madrid, así como al cuidado de su familia, mientras que Enrique ha cosechado grandes éxitos en sus treinta años de carrera y se ha convertido en uno de los grandes nombres del toreo de la época. Ambos han resistido juntos en sus peores momentos, siendo un apoyo fundamental el uno para el otro, como fue la muerte del hermano de Paloma, Victoriano Cuevas ,«Nano», en 2014 o la fatídica cogida que sufrió el diestro el pasado año en las Fallas que le ocasionó una grave lesión de rodilla y le obligó a retirarse durante seis meses de los ruedos y plantearse seriamente el fin de su carrera.
Aunque afortunadamente no fue así, se recuperó y volvió a los ruedos hasta decretarse el confinamiento obligatorio, por lo que se trasladaron junto a sus dos hijas y los padres de Paloma, Victoriano y Paloma Díez, a su finca de Jaén, donde han pasado la cuarentena. Durante estos meses, la pareja habría intentado tener una buena convivencia por el bien de las niñas, pero, pese a los esfuerzos por mantener viva la llama del amor, finalmente han dedicido emprender caminos en solitario.