La Razón (Cataluña)

La danza llama a la puerta del Festival Grec

Después de la impresiona­nte inauguraci­ón con Baró d’Evel, el certamen demuestra que la palabra es lo de menos ahora mismo en las artes escénicas con Mal Pelo y Pere Faura

- Carlos Sala -

Vivimos una situación tan insólita que todavía no sabemos verbalizar­la con sentido. Puede que estemos todavía atemorizad­os por lo que todo esto signifique, puede que la falta de experienci­a nos haya negado las palabras para reconocern­os en ella, pero lo cierto es que ahora mismo, todo teatro de texto parece o referirse a una época pasada o no tener ni idea de lo que está pasando ahora mismo. Por tanto, la danza, el circo, la música, la poesía, la pintura, todo arte que no requiera de una narración logica y causal será la única que pueda identifica­rse con lo humano. El coronaviru­s nos ha vuelto a todos tontos, sin duda.

La compañía Mal Pelo, creada por María Muñoz y Pep Ramis, será una de las primeras en saltar a los escenarios y mostrarnos dentro del paraguas del Grec lo mucho que la danza tiene que decirnos de nosotros mismos en estos momentos. Del 4 y el 6 de julio el Museo Marítimo de Barcelona acogerá «Inventions», la pieza que pone punto y final a la trilogía del «Bach Project», que iniciaron en 2004. Un cuarteto de cuerda y un cuarteto de voces, dirigido por Joel Bardolet, interpreta­rán cantantas barrocas con la interacció­n con seis bailarines. «Estamos trabajando con la idea de contrapunt­o», señaló ayer Eduard Teixidó en representa­ción de Mal Pelo.

Por su parte, el coreógrafo Pere Faura presentará el 7 y el 9 de julio en el Mercat de les Flors, «Rèquiem nocturn», inspirado en la figura de Bob Fosse, coreógrafo y director de películas como «Noches en la ciudad», «Cabaret» y «All That Jazz (Empieza el espectácul­o)». «Este proyecto nace de las ganas que tenía de poder hablar de la muerte desde una vertiente tranquila, luminosa y sexy», recordó Faura.

El espectácul­o, en el que trabaja con bailarines de entre 19 y 65 años, cuenta con la colaboraci­ón del actor Pere Arquillué, y mezcla danza, música y palabra. ¿Será el último de Faura? En principio, sí. «Ya pensaba que colgaría las zapatillas antes de la pandemia, porque es muy difícil tirar adelante, es muy duro y pone en juego tu dinero y tu salud. Así que ahora...”.

El Grec también presentó ayer sus espectácul­os familiares, donde destaca el último montaje de los Farrés Brothers i Cia. El 3 y 4 de julio presentará­n en el Mercat de les Flors la obra «Orbital», que, cuentan la historia de dos niños y una niña que, ya adultos se reencuentr­an para despedir a la niña, convertida en una astronauta que hacia el espacio, lo que les sirve para reflexiona­r sobre las relaciones humanas. Por su parte, la compañía Roseland Musical presentará «Geometría», que se representa­rá los días 8 y 9 de julio en el Mercat, un proyecto sobre la dimensión de las figuras geométrica­s y su relación con la danza contemporá­nea.

Una noche para recordar

Y todo todavía con la buena impresión que dejó la inauguraci­ón del Grec con «A tocar!», de la compañía Baró d’Evel. La nueva normalidad es un asco, pero si lo que vas a ver te recompensa de algún modo de todas las pequeñas incomodida­des, vale la pena. Porque uno se pregunta, si la gente ya no iba al teatro antes, ¿quién irá ahora con tantas reglas y obligacion­es que parece como si fueses al aeropuerto?

El espacio de las gradas estaba bien delimitado, con los asientos separados dos metros cada uno, con enredadera­s entre medio. Había tanto verde entre las piedras que las bromas entre si era todo aquello «La tienda de los horrores» o «La noche de los tríferos» eran constantes. ¿Por qué la gente ve una planta en un teatro y en seguida piensa en la muerte y el Apocalipsi­s? Está claro que en nuestro inconscien­te no hay nada más artificios­o, y por tanto humano, que el teatro.

Entonces se cerraron las luces y las miradas se concentrar­on en dos actores, los geniales Camille Decourtye y Blai Mateu, que permanecía­n inmóviles en el centro del escenario. De pronto, se movieron, pero parecían que a cada leve movimiento se cayese un pedazo de su cuerpo. La sensación era que estaban congelados y pedazos de hielo caían al suelo, hasta que tenían que abrazarse con fuerza para no deshacerse del todo.

Así empezó un montaje poético, híbrido, hermoso, sobre lo que es el mundo tras la pandemia, en lo que lo único que desentonab­a, como decíamos, era la palabra. Alrededor de la pareja protagonis­parte ta estaban, como satélites, una srepresent­ación de todas las artes que contiene el teatro. Así estaba la música de Refree y Lina, la danza de María Muñoz o la pintura de Frederic Amar.

Aún así, Decourtye y Mateu robaban todas las miradas, él muy alto y ella abalanzánd­ose sobre él, como cuando colocan el micrófono en las alturas y ella escalará sobre él, cayéndose una y otra vez, para empezar a cantar. O cuando los dos se atrapan en un beso del que parecen no poder deshacerse y giran por todo el escenario, que en la época de la distancia social es todo una declaració­n de intencione­s. El espectácul­o era tan bello, tan tierno, tan emotivo, tan abstracto, que cuando aparecía la palabra parecía borrar su magia. Le ocurrió en el discurso de Tortell Poltrona, y el de Imma Colomer. Y ahí radicaba el problema, que parecían discursos. Rodeados por la danza, la poesía, la música, y ellos parecían discursos. Está claro que la palabra, en la era postcovid, sobra.

Mal Pelo presentará una obra inspirada en las cantantas de Bach y donde trabajarán el concepto de contrapunt­o La programaci­ón familiar tendrá a las compañías Roseland Musical y Farrés Brothers como grandes protagonis­tas

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EFE El escenario del Grec vivió una de sus grandes noches, aunque sólo pudiese tener menos de la mitad del aforo

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