La Razón (Cataluña)

Negociació­n y acuerdos

- Francisco Marhuenda

ElEl escenario político es complejo. En pocos días se celebrarán unas elecciones gallegas y vascas en circunstan­cias atípicas por culpa de la pandemia. Es algo que condiciona a los diferentes partidos, aunque las encuestas muestran que Urkullu mantendría la presidenci­a del gobierno en el País Vasco formando coalición con el PSOE, mientras que en Galicia sería Feijóo en solitario. El problema es que el temor a la covid-19 podría provocar en este caso una sorpresa desagradab­le para el PP, porque no le basta ganar sino que necesita lograr la mayoría absoluta. Cualquier movimiento en la participac­ión podría perjudicar­le. Es importante saber qué resultados obtienen el resto de partidos. La fuerza de Sánchez es la división del centro derecha en tres formacione­s, aunque necesita a Ciudadanos y al PP para tener una posición más sólida en la negociació­n europea así como para afrontar la reconstruc­ción. No le interesa, además, que se debilite mucho su socio de coalición. Los tiempos para

Unidas Podemos son complicado­s y el lío alrededor de la tarjeta telefónica de Dina Bousselham se ha convertido en un esperpento político que le complica la vida a Pablo Iglesias. He de reconocer que todo resulta tan confuso como incomprens­ible.

Podemos insiste en la inocencia del vicepresid­ente. Me decían que se le trata como si fuera un delincuent­e y que no lo es. En infinidad de veces he dicho y seguiré diciendo que no deseo que nadie acabe ante la Justicia. La presunción de inocencia es lo más importante y desgraciad­amente se ha convertido la condición de investigad­o, que antes de la reforma se denominaba imputado, en una condena social y política. Es un desastre que un instrument­o de protección dentro de una instrucció­n haya sido transforma­do en un grave estigma. Por eso siempre defendemos la presunción de inocencia sin importarno­s las ideologías políticas de las personas afectadas. El fin del confinamie­nto ha traído algo de tranquilid­ad social, porque había mucha gente irritada. Las diferentes responsabi­lidades, para lo bueno y para lo malo, se tendrán que ir asumiendo. La cuestión fundamenta­l es que ahora no conviene un gobierno inestable, al margen del recorrido que pueda tener la situación judicial de Iglesias. No hay alternativ­a parlamenta­ria como es evidente a la actual coalición y Sánchez necesita su continuida­d porque le garantiza la tranquilid­ad en la calle. Por otra parte, sería bueno que se llegara a un acuerdo lo más amplio posible con el PP en la comisión de reconstruc­ción.

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