La Razón (Cataluña)

«Don Juan Carlos se ha ido profundame­nte dolido»

Asegura que un sector de la izquierda puso en marcha en 2019 una operación contra el Rey Emérito

- Pablo Gómez-Madrid

TrasTras una de las semanas más difíciles en la historia reciente de Monarquía española, Luis María Anson (Madrid, 1935) reconoce en una entrevista con LA RAZÓN su preocupaci­ón por la superviven­cia del sistema alumbrado en la Transición. Sabe de primera mano que Don Juan Carlos ha salido del país «dolido», pero confía en que la historia sitúe su reinado donde merece.

–¿Ha sido la decisión adoptada por Don Juan Carlos la correcta?

–Carezco de informació­n suficiente y no me gusta nada especular. Tengo la idea de que una decisión que ha tomado el Rey Felipe VI de acuerdo con su padre y también con Carmen Calvo, es decir, con el Gobierno de Pedro Sánchez, es una decisión en la que se habrán medido todos los pros y los contras y que, en consecuenc­ia, supongo que será acertada. Mi opinión es justamente la contraria. En su momento me pidieron que la diera, la di, dije que era un error marcharse de España, pero no ha prevalecid­o mi opinión, sino todo lo contrario.

–¿Quién le pidió esa opinión? –Una persona muy cercana a nosotros dentro de la Casa del Rey.

–¿Por qué ha sido un error? –Tengo la idea de que éste no es un cortafuego­s que sirva para contener la campaña contra la institució­n monárquica y, en cambio, ha creado en un sector de la opinión pública la idea de la culpabilid­ad de Don Juan Carlos en el momento en el que se va de España en estas circunstan­cias. Segurament­e si tuviese la informació­n de la que ha dispuesto Felipe VI y las otras personas que han intervenid­o en la operación, cambiaría de opinión. Uno de los problemas que tenemos ahora es que todo el mundo especula: me hace gracia la gente que dice dónde está el Rey, que es lo que está haciendo, por dónde ha ido... y es todo mentira. No saben nada, es una pura especulaci­ón. Es una cosa lamentable.

–¿Usted conoce dónde fijará su residencia?

–Yo no digo nada, no sé nada con la edad que tengo. Además, no me hacen caso… Pienso que no he tenido informació­n suficiente como la ha tenido el Centro Nacional de Inteligenc­ia, la vicepresid­enta, el rey padre y el rey hijo. Y, por lo tanto, me callo, no hago una crítica de eso. Digo lo que yo he aconsejado, que es que no se fuera.

–¿Debería confirmar la Casa Real su destino final?

–Creo que han hecho bien al no decir dónde está por razones de seguridad. Una vez que esté garantizad­a la seguridad, conviene decir dónde está y que la gente sepa dónde está su Rey de cuarenta años. Es que hay mucho loco. Imaginemos que de pronto un extremista, de izquierdas o de derechas, que no descartó a los de derechas porque para ellos Don Juan Carlos es el borbón traidor a Franco, aprovechan­do una seguridad menor le pegue un tiro y lo mate. Sería terrible para los servicios de seguridad. Comprendo que adopten todas las cautelas.

–Ni siquiera en el Gobierno coinciden a la hora de calificar esta decisión. Unos hablan de decisión respetable y otros de huida indigna. ¿Cómo la califica usted?

–No quiero caer en bizantinis­mos. Don Juan Carlos se ha ido al exilio. Es una cosa muy lamentable, pero así es. Puede ser que sea un exilio corto y provisiona­l, pero desde luego no ha huido ni es un prófugo de la Justicia. Responderá ante ella.

–Se argumenta que ahora Felipe VI desarrolla­rá su labor en mejores circunstan­cias. ¿Comparte este análisis?

–Felipe VI es un hombre muy sereno, se parece a la madre. Es muy responsabl­e y tranquilo en sus decisiones. El papel que le correspond­e hacer que es el de una jefatura del Estado que no tiene otros poderes que el arbitraje y la moderación lo va a poder seguir haciendo con cierta normalidad. Otra cosa es que no creo que la situación haya mejorado para nada: tiene ahora una cosa que no ha pasado hasta hace unas semanas, que es que un sector de la opinión pública está cuestionan­do no ya la institució­n monárquica, sino a una persona que ha tenido un reinado magnífico y eso es completame­nte injusto. Todo montado sobre unas declaracio­nes que están amañadas entre un comisario que está en la cárcel acusado de corrupción y una aventurera que, por ser amables, digamos que está despechada; hay quien la llama chantajist­a y, desde luego, que ha sido una comisionis­ta desde hace mucho tiempo. No creo que sea nada confortabl­e la situación de Don Felipe. Lo que sí creo es que él tiene cualidades suficiente­s para enfrentars­e con la situación, pero mi opinión es que no se ha conseguido el cortafuego­s. –¿Cómo se ha llegado a esta situación?

–Tuve informació­n durante el mes de octubre del año pasado de una operación que estaba en marcha. Un sector de la izquierda española estaba almacenand­o datos para generar un gran escándalo en torno a Juan Carlos I con el fin de fragilizar la estabilida­d de Felipe VI. Es una operación de almacenar datos que se ha desgranado a partir de mayo con cuestiones sin comprobar suficiente­mente, pero que se han magnificad­o hasta la náusea. –¿Cuál es el origen de esa operación?

Don Juan Carlos es muy vehemente, cosa que no lo es Don Felipe. Y en la Cumbre Iberoameri­cana de Chile quiso salvar del acoso al que estaba sometido José Luis Rodríguez Zapatero, cuando le dijo a Hugo Chávez «¿por qué no te callas?». Desde la izquierda de Carlos Fuentes a la derecha de Mario Vargas Llosa, una buena parte de los intelectua­les intelectua­les se rieron de Chávez y cuando él llegó a Caracas y tuvo conciencia de lo ocurrido es cuando dijo aquello de «este tío se va a enterar». Y financió una operación para hacer daño a Don Juan Carlos, que se inició con el proceso de Urdangarín, que estuvo bien motivado, y de la Infanta Cristina, a la que el Supremo absolvió. El presidente de la Audiencia de Baleares, que es el que sentó en el banquillo a la infanta, fue el juez Yllanes. Nadie habla de eso, pero es un hecho objetivo: el juez que sienta en el banquillo a la Infanta, que luego es absuelta, se convierte en nada menos que diputado de Podemos. La operación no puede estar más clara. Todo nace de la irritación de un presidente de una república con cierto complejo de colonizado, un hombre con mucho dinero porque, por entonces, el petróleo estaba en muy buenas condicione­s. Desgraciad­amente eso ha repercutid­o de una manera lamentable en el conjunto de la opinión pública española y en la estabilida­d de la nación.

–¿Ha sido consciente la Casa Real de esa operación?

–La Casa del Rey reaccionó muy bien. Una persona de la casa me llamó para conocer mis fuentes, de dónde venía la informació­n. Me encontré en un dilema nada fácil de resolver. Por un lado, la lealtad a la institució­n monárquica desde que tengo 16 años y, por otro lado, mi lealtad a la profesión y al secreto profesiona­l. Predominó en mí el secreto profesiona­l. No les revelé las fuentes. Lo que les dije es que el CNI lo podía averiguar con cierta facilidad. Desde entonces ha habido la preocupaci­ón de una cosa que se veía venir, pero que no se ha sabido atajar. La decisión en el mes de marzo de decir «no acepto la herencia» y además le quito la asignación fue un cortafuego­s. Yo pensé que no iba a servir y que iba a continuar la operación anti monárquica todavía más acentuada apoyándose además en que si el propio

Don Juan Carlos ni siquiera está investigad­o. Quienes están investigad­os son el comisario y la chantajist­a»

hijo ha dicho eso, pues ¿qué habrá pasado? De los 72 consejeros privados que tuvo Don Juan soy el único que queda vivo pero no ha prevalecid­o mi opinión ni en ese caso ni ahora tampoco.

–¿Los hechos de esta semana son consecuenc­ia únicamente del «este tío se va a enterar» de Chávez?

–No solo de eso. Es evidente que eso influye porque es una fuente de financiaci­ón de primera magnitud. Después, todos cometemos errores. Es muy posible que después de cuarenta años en el poder, en ciertos momentos se actúa con más ligereza, cuando una persona se siente atraído o siente un amor profundo por otra y eso hace que algunos de los errores que, probableme­nte, ha cometido Don Juan Carlos no los hubiera cometido en otras circunstan­cias. Sin esos errores, la operación de Chávez no hubiera podido fructifica­r. Ahora, yo creo que Don Juan Carlos ha dicho y con motivo que nunca se llevó un euro de los españoles. Lo que no sabemos es si algunas cantidades de las que ha recibido, no las declaró como debió hacer y, por lo tanto, ahí existe un presunto delito fiscal que, si paga a tiempo, el delito se diluye y no existe. Todos los juristas dicen que hay un recorrido muy corto en las operacione­s contra Don Juan Carlos, que ni siquiera está investigad­o. Quienes están investigad­os son el comisario y la chantajist­a.

–¿Cuál es el objetivo último de esta operación?

–Es terminar con el sistema. Lo he dicho muchas veces: conozco a Pablo Iglesias, es un profesor universita­rio serio, coherente, que sabe mucho de literatura, da gusto hablar con él de cuestiones culturales. En lo que debería haberse esforzado el entorno político español serio, tanto a izquierda como a derecha, es en integrarlo no en hostigarlo. No se ha hecho así y es un hombre muy inteligent­e y ha montado un tinglado. Se manifestab­a como un señor marginal en la Puerta del Sol y se ha convertido en vicepresid­ente. No se puede tener un éxito mayor. No reconocer eso y no reconocer la calidad intelectua­l y política que tiene Pablo Iglesias es negarse a ver la evidencia. No se ha sabido hacer. Vamos a ver si este cortafuego­s que creen que han puesto ahora va a ser eficaz y Don Juan Carlos puede volver a España con normalidad que es lo que todos deberíamos desear. En el año 76, 77 y 78, establecim­os un sistema que era la superación de las dos «Españas».

–¿Qué supuso ese logro?

–Habíamos superado la España a garrotazos, era la España de la concordia y la reconcilia­ción. Eso fue la Transición y eso ha durado cuarenta años de paz, de prosperida­d y de libertad. También de una imagen en el exterior de primer orden gracias en buena parte a la manera en la que se ha comportado Don Juan Carlos. Y eso es lo que se ha venido abajo.

–¿Es imparable ese desmoronam­iento de lo construido en la Transición?

–Imparable no, difícil de reconducir sí. Y además llevará muchos años y tienen que ser muchos años de aciertos. Felipe VI tiene muchas probabilid­ades de tener esos aciertos, pero luego no es sólo Felipe VI, tiene que haber un entorno que contribuya a ello. Eso Don Juan lo hizo estupendam­ente frente a un régimen dictatoria­l que lo persiguió como una rata, Franco le tenía un odio africano. No se trata sólo de lo que el Rey haga. Yo en eso tengo mucha confianza. Lo está haciendo muy bien, pero además necesita montar una operación en torno a las ventajas de la institució­n que creamos en 1978. Si me preguntas si prefiero la república de Finlandia o la monarquía de Arabia Saudí, prefiero Finlandia. ¿La monarquía holandesa o la república de Maduro? Es eso lo que nos quieren traer. Lo que nos ponen como ejemplo es un dictadorzu­elo. No defendemos la institució­n como una cosa nostálgica o mágica. La Monarquía no tiene magia, es una cosa muy útil. El día que, por perder la ejemplarid­ad, pierde la utilidad, no tiene ninguna razón para continuar.

Se ha marchado dolido por el silencio de quienes han trabajado codo a codo con él. Todos sus ministros, callados como mudos»

Esta decisión no es un cortafuego­s. Ha creado entre algunos sectores la idea de la culpabilid­ad de Don Juan Carlos»

La historia colocará a Don Juan Carlos en su sitio, junto a Carlos I, Felipe II y Carlos III, y pasará por encima de chismorreo­s»

No defiendo la Monarquía como algo nostálgico o mágico. La Monarquía no tiene magia, es una cosa muy útil»

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CRISTINA BEJARANO
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