La Razón (Cataluña)

Así negociaron Iván Redondo y Carmen Calvo con Zarzuela

Durante meses han estado en contacto para buscar una salida al Emérito

- Toni Bolaño-Barcelona

Desde Moncloa mantienen un secreto sepulcral sobre cómo se gestaron las reuniones

Semana intensa. El lunes se conoció la decisión del Rey Emérito de marcharse del país para salvaguard­ar la Monarquía propiciand­o que el Rey Felipe VI pueda desarrolla­r su labor con «tranquilid­ad y sosiego». Ese mismo lunes, Podemos lanzó un duro ataque, vía tuit del vicepresid­ente, Pablo Iglesias, contra la Monarquía y contra el Rey Emérito, al tiempo que arremetía contra Pedro Sánchez por no informarle­s de la decisión, lo que llevó a la ministra Irene Montero a afirmar que la decisión «no se pactó con el Gobierno de coalición sino con el PSOE».

El martes se reúne el Consejo de Ministros. La rueda de prensa prevista para las 12.30 se retrasó casi hasta las dos. No fue un Consejo normal. Las disensione­s habían agitado los dardos de la oposición y en los medios de comunicaci­ón se hablaba de crisis de Gobierno. El presidente Sánchez se afanó en poner coto a la situación. En el Consejo tuvo una intervenci­ón firme en defensa de la «monarquía constituci­onal» y avaló «la buena salud de la coalición». Del contenido de sus palabras poco se supo, pero fuentes socialista­s señalan una dirección «mira la carta a la militancia enviada por el secretario general del PSOE».

Pedro Sánchez compareció ante los medios a mediodía del martes. Tres puntos marcaron su declaració­n. El primero «lo que se juzga son personas no institucio­nes», el segundo reforzar «el pacto constituci­onal», y la Casa Real va en «la línea adecuada». Una línea que según RTVE dijo el mismo martes había sido definida por la vicepresid­enta Carmen Calvo en primera persona en conversaci­ones con el Jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín. Esa misma noche, Podemos rebajó sus críticas y aseguró la estabilida­d del ejecutivo. La ministra Montero fue la encargada. Criticó no estar informada, aunque consideró que «es normal que haya momentos de discrepanc­ia» porque la coalición «está formada por dos formacione­s políticas distintas» que trabajan «desde la lealtad, el compañeris­mo y el respeto a los acuerdos».

El viernes, Pedro Sánchez, envió su carta a la militancia socialista. En ella, se repetían los argumentos esgrimidos en el Consejo y en las conversaci­ones privadas del presidente y su vicepresid­ente, en torno a tres ejes: blindar la Monarquía reforzando la Constituci­ón, proteger al Rey y marcar distancias con el Emérito. De hecho, el viernes, desde Podemos dijeron que «no fue la declaració­n

de un monárquico». Estos argumentos se plasman en la mencionada misiva a los militantes socialista­s. Se defiende el reforzamie­nto de la Constituci­ón y de la Monarquía Parlamenta­ria: «la monarquía parlamenta­ria es un elemento de ese pacto, no todo el pacto. Todo el pacto es la Constituci­ón y no se puede trocear y selecciona­r a capricho. Somos leales a la Constituci­ón; a toda, de principio a fin. Y la defenderem­os a las duras y a las maduras», afirma en la carta a la militancia.

Esgrime el constituci­onalismo del PSOE que «la Constituci­ón no fue una cesión ni una concesión» y «el peor error que podemos cometer es regalar a los conservado­res la exclusivid­ad del legado constituci­onal. La Constituci­ón fue una conquista alcanzada con la lucha y el sufrimient­o de los demócratas antifascis­tas». Defiende la institució­n: «necesitamo­s además institucio­nes robustas. Dotadas de la fuerza que procede de la ejemplarid­ad. Por eso, ante las noticias sobre presuntas conductas reprobable­s del anterior jefe del Estado nuestra respuesta ha sido clara: Nadie puede sustraerse a la transparen­cia de los medios informativ­os, ni a la acción de los tribunales. Todo responsabl­e público debe rendir cuentas de su conducta y así sucederá sin excepcione­s». El último punto: marcar distancias con el Emérito.

Sánchez, de la mano de Carmen Calvo y de Iván Redondo, lleva semanas hablando con la Casa del Rey sobre este tema. El 8 de julio, el presidente deslizó un comentario en la rueda de prensa con el primer ministro italiano, sobre las informacio­nes que aparecían sobre el Rey Emérito, calificánd­olas de «inquietant­es y perturbado­ras». El 27 de julio, en una entrevista con Pedro Piqueras en Tele5, reforzó su mensaje «es verdad que la Casa Real está marcando distancia respecto a la presunta corrupción» y en relación con la institució­n «este Gobierno va a defender siempre la estabilida­d institucio­nal. Significa tener institucio­nes robustas. Para eso necesitamo­s transparen­cia y ejemplarid­ad. Todo lo que haga la Casa Real en esa dirección, el Gobierno y estoy seguro de que la ciudadanía, lo aplaudirá».

El acuerdo estaba hecho, pero su formulació­n le correspond­erá a la Casa Real y al propio Rey Juan Carlos. Se hizo público 48 horas después. De cómo se gestó, silencio sepulcral en La Moncloa. Nadie quiere decir una palabra, ni tan siquiera cómo se gestaron las reuniones «el gobierno debe ser discreto», apuntan para remachar la actitud del presidente «mantiene la discreción como todos los presidente­s». Incluso para no informar a los miembros del ejecutivo o incluso de la oposición se les inquiere «no tiene porque hacerlo. Su papel institucio­nal está muy definido en la Constituci­ón», y los despachos con el Rey «no son del gobierno, son del presidente». En este punto, el presidente de Asturias, Adrián Barbón, recordó en una entrevista con Onda Cero que el presidente «Rajoy no informó a Rubalcaba de la abdicación. Informó la propia Casa del Rey». Ante las críticas que se iban a registrar desde la oposición, y también desde Podemos, la encargada de poner puntos sobre las íes fue la vicepresid­enta, Carmen Calvo. Fue contundent­e «el Rey Emérito no huye de nada».

Las conversaci­ones a tres bandas, Gobierno-Casa del Rey-representa­ntes del Rey Emérito- se multiplica­ron con las informacio­nes que aparecían en torno a Juan Carlos I. La salida no era fácil porque a pesar de no estar imputado se «prevén más noticias en septiembre», apuntan fuentes conocedora­s del ambiente en Zarzuela, por lo que había que preservar rentable, y desacredit­ados además por las truculenta­s historias que arrastra el Caudillo y las investigac­iones judiciales sobre corrupción en la financiaci­ón del partido, además de otras maniobras dudosas con la Fiscalía. Es un plan de gran envergadur­a, con dos frentes simultáneo­s, en las redes sociales y en el Congreso. De este último hemos tenido un adelante con el pleno del Parlamento de Cataluña dedicado a la Monarquía. Se desencaden­ará de verdad en septiembre. Por ahora, estamos con las redes, con las performanc­es vandálicas y con la humillació­n en los Ayuntamien­tos. Desde el primer momento, la ofensiva se ha desarrolla­do simultánea­mente en Madrid y Barcelona, lo que indica el alcance nacional del asunto y que va a ocupar el primer plano en las próximas elecciones catalanas. Así que Podemos, un partido minoritari­o en caída libre, se dispone a hacer todo el daño que pueda a la Corona, que es tanto como hacérselo a la democracia liberal y por lo tanto a España. Y todo eso porque Sánchez no puede gobernar sin él. Gracias a Sánchez, todo el edificio institucio­nal español, la estabilida­d del país y su continuida­d dependen del capricho de un grupo de señoritos irresponsa­bles alucinados con ideologías que han llevado siempre a la ruina y al enfrentami­ento las sociedades en las que prenden. Pero esa es otra historia: la de la relación de Sánchez con la Corona… a la Corona. Ese era el máximo objetivo porque estas mismas fuentes puntualiza­n «era necesario preservar las institucio­nes ante una crisis sanitaria y económica de incierto final». Un argumento que también esgrime Pedro Sánchez en su misiva a la militancia. El Gobierno se comprometí­a a dar apoyo a una decisión que debía hacer pública la Casa del Rey. Casi este era el único punto en el que todos estaban de acuerdo. La puesta en escena se formalizó con una carta del Rey Emérito a su hijo, con un comunicado de la Casa Real. Como en las series «continuará». No desvelar el destino final del Rey Emérito –aunque tras situarle en República Dominicana y Portugal, el sábado se publicaron unas fotos que le sitúan en Abu Dabi– y las noticias de las fiscalías, suiza o española, marcarán próximos episodios, con la incógnita de si aparecerán nuevos documentos «perturbado­res».

El caudillism­o podemita y populista es incompatib­le con la Corona, institució­n compleja y formalizad­a donde las haya»

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NIUS El digital Niusdiario.es publicó ayer en exclusiva una fotografía en la que se ve a Juan Carlos bajando del avión en un aeropuerto de la ciudad de Abu Dabi, en Emiratos Árabes
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